Cosas del gremio

En la sección "Cosas del gremio" queremos exponer nuestra visión de lo que significa ser investigadoras. Escribiremos sobre nuestras experiencias, apreciaciones, cansancios, expectativas... en fin, todos aquellos elementos que hacen de la investigación en ciencias sociales un terreno difícil, lleno de dudas, pero también un ámbito de trabajo reconfortante y, sobre todo, apasionante.

El adiós definitivo: Nuevo giro y nos vemos en el sector servicios

Por Nerea Azkona
07/07/2014

En 2007, mientras acababa mi licenciatura en antropología, gané un concurso en una universidad para trabajar como técnica de proyectos en dos investigaciones. Así, estuve un año realizando una investigación completa y el trabajo de campo de la otra. Aquello fue el principio de mi andadura en la universidad.

A los tres meses de acabar ambas investigaciones me coloqué en otra universidad comosecretaria de un grupo de estudio e investigadora, mientras acababa el máster que me daría en el futuro acceso al doctorado.

Durante esos casi dos años pensé que había encontrado el ámbito al que quería dedicar mi vida laboral. Las condiciones eran más que precarias, pero, en aquel momento, pensaba que con los años mejorarían. De hecho, cuando una amiga mía me contaba que su marido era doctor pero que trabajaba como electricista nunca pensé que aquello pudiera pasarme a mí. Esas cosas siempre le suceden al resto de la gente que no sabe montárselo bien, porque en nuestro caso, consideras que si tragas sapos y culebras en algún momento todo tiene que ir bien.

Bien, con esta maravillosa estrategia de tragar conseguí ulcerar mi aparato digestivo y que los niveles de angustia y estrés devastaran mi sistema nervioso. Parecía que la que no se lo sabía montar era yo: sin contrato(s), sin derechos laborales y no siendo bien tratada en muchísimas ocasiones.

Pero aún no quería darme cuenta, a pesar de que otra amiga mía tomo una decisión que no entendí en su día pero que ahora admiro: ella trabajaba conmigo y obtuvo matrícula de honor en su tesina, hecho que le beneficiaba del primer año de doctorado gratis (lo cual, dependiendo de la universidad, equivale a muchos cientos de euros…). Pues ella decidió dejarlo todo e irse de allí, a pesar de que podía seguir cobrando y de que el próximo año no tendría que pagar nada.

A mí me concedieron dos becas para realizar la tesis. Rechacé una y con la otra he vivido cuatro años. Me cambié de universidad, recuperé mi salud (más o menos) y acabe mi tesis. Defendí y a los 24 días me fui al paro.

Y aunque he trabajado de manera ininterrumpida más de 7 años en la universidad, he disfrutado de 8 meses de paro y de ninguna alternativa.

Durante este tiempo he estudiado idiomas y he probado suerte en puestos de trabajo de la administración y del tercer sector. He ido a 5 entrevistas pero no he conseguido ningún trabajo (en casi todas me recordaron que mi sector era el académico…). Además, he escrito artículos, ponencias y he dado alguna que otra clase magistral. Y todo esto gratis, claro.

Bien, pues a día de hoy puedo decir que mi amor al arte se ha terminado. No pretendo ser académica a cualquier precio ni tampoco a ninguno. Como aspiro a un puesto de trabajo concontrato, he tenido que tomar una decisión: desvincularme totalmente del mundo de la investigación, de la academia y demás actividades relacionadas; véase: realización de ponencias, artículos, post, tuits… o lo que surja.

¿Mi futuro? Aprender otro oficio trabajando en una empresa, un bar, una frutería, un supermercado o un taller. Aquí, lo que surja también.


Cerramos etapa y a buscarse las habas de otra manera.

El extraño caso de una investigadora en Lanbide

Por Nerea Azkona
11/05/2014

No era la primera vez que iba al Servicio Vasco de Empleo (Lanbide), pero para las funcionarias que me atendieron sí que fue la primera vez que veían a una investigadora en vivo y en directo.

Tenía hora a las 10 y media de la mañana para pedir la prestación por desempleo y quería aprovechar el día y llevar mi curriculum junto con todos los títulos y certificados, para poder completarlo en su base de datos y que de esa manera pudieran llamarme de algún trabajo.

La primera duda fue: ¿Dónde llevo todo lo que acredita lo que he hecho a lo largo de mi vida laboral? Siete años trabajando en la universidad da para mucho papel (creo que podría reconstruir un alcornoque con todos los títulos, titulillos y titulotes que llevan mi nombre): los títulos, las certificaciones de participación en proyectos de investigación y las ponencias en congresos, las publicaciones, expedientes, contratos de trabajo, cursos y cursillos varios, y más que ni yo misma sabía que tenía.

Llego y le pregunto a la funcionaria que me atiende si cree que nos dará tiempo en dos horas, ya que no podía llegar tarde a la otra cita. Me miró con cara de “¿Pero tú qué te piensas que vamos a hacer?”. Bien, me sobró un minuto, y porque de la mitad de las cosas que llevaba no se dejó constancia en el ordenador.

¿Por qué? ¿Cuál es el tema? Como todo está informatizado de tal manera que las categoríasque existen son fijas, casi todo lo que soy no está catalogado por Lanbide (ni por el Instituto Nacional de Empleo (INEM)). Un ejemplo:

¿Qué eres?

- ¿Lo que he estudiado o de lo que he trabajado?

- Lo segundo.

- Ok. Soy investigadora.

- Mmmmm,… a ver… dónde está,… no sé,… ¿De qué tipo de investigación estamos hablando?

- Investigadora social especializada en migraciones.

- Bien, porque el tema de los huesos no está registrado, ¿vale?

(Mi cara empieza a ser un poema y la funcionaria empieza a pelearse con el teclado del PC)

- Yo trabajo con vivos, de momento… trabajaba en la universidad haciendo estudios sociológicos

- ¡Ah, mira! ¡Aquí está la categoría de investigador!

- ¡Bien! (Alivio)

- Espera, espera, espera… no eres detective privado, ¿verdad?

- Ehhhh… ¡Pues no! Ni huesos, ni cazatesoros, ni investigadora de cuernos

- Pues no voy a poder ponerlo… ¿cómo quieres que te defina?

- Pues, soy antropóloga y doctora en estudios internacionales, pero claro, el ordenador no va a tener ni idea ni de una ni de la otra… ¡no sé qué decirte!

¿Profesora de instituto?

- Pues tengo el CAP pero nunca he dado clases en un instituto.

¿Maestra?

- ¡Eso sí que no! Yo no tengo hecho magisterio, si quieres busca educadora social, como mucho…

- Pues… ¡Espera! ¡Existe la categoría de sociólogo!

- En fin… todo sea por no dejarlo en blanco… pero, claro, yo no tengo la carrera de Sociología, ¿eh?

Bien. Una vez superada mi definición laboral (diez años de mi vida resumidos en “sociólogo” en masculino singular) vienen los títulos, contratos y demás cosillas. No había, por supuestísimo, cabida para nada. La muchacha me miraba como si le estuviera hablando en chino y me propone no meter nada de lo que había llevado y poner en “otros” los links a mi perfil en las redes sociales de academia.edu y a LinkedIn. Muy profesional… Kilos de papel trasladado para nada.

Y al final tuve que elegir cinco profesiones con sus etiquetas fijas de las que me gustaría recibir ofertas de empleo: antropóloga (no existe), investigadora social (no existe), especialista en migraciones o en cualquier cosa por el estilo (no existe), ¿politóloga? (¡no existe! ¡Qué sorpresa!). Me quedo con socióloga y con educadora social, de lo que ejercí con un contrato en prácticas cuando acabé la diplomatura. ¿Y las otras tres? Pues profesora de instituto (ya que la mujer me insistió desde que me senté en la silla que ese era mi futuro) y un largo cri cri cri.


Obviamente, después de cinco meses no me han llamado de ningún sitio; gracias al CV que me hicieron en la oficina de empleo tampoco me extraña. Y digo yo: viendo un poco cómo está el percal en lo que se refiere a la investigación en este país… ¿A nadie se le ha ocurrido que se podría hacer una bolsa de expertos con variables e indicadores (semi)abiertos? Porque claro, Lanbide estará lleno de ¡¡¡sociólogos!!! Ya que no existe ninguna otra categoría para ciencias sociales “hermanas”. Eso sí, no sé qué tanto por ciento de “Monk”s (detective de una serie americana con TOC que ayuda a la policía a resolver casos) habrá por ahí viviendo como detectives privados, ¡ellos sí que tienen su casilla!

¿Qué te piden? Una escama de dragón, un cuerno de unicornio y un posdoc*

Por Nerea Azkona
24/03/2014

A pesar del título de la entrada de esta semana, estas letras pertenecen a la Serie Cosas del Gremiodel blog, la cual está destinada a temas relacionados con la investigación.

A lo largo de mi vida varias personas me han intentado explicar con teorías muy distintas (lógicas e irracionales) la relación que existe entre el tocino y la velocidad. Bien. De la misma manera me gustaría explicar el vínculo (el cual veo claro clarísimo) que existe entre las escamas de dragón, loscuernos de unicornio y la vida laboral del personal investigador (tanto de los trabajadores remunerados como de los que estamos en el paro sin parar de producir ponencias, artículos, conferencias y seminarios sin retribución económica. Algo así como: “todo sea por el curriculum”).

Hace algunas semanas ojeé en varios periódicos dos noticias. ¿Cómo diría yo?, las definiré comoimpactantes.

La primera la leí un jueves y decía que Patxi López (ex lehendakari del Gobierno vasco) había sido invitado a dar una clase en una universidad. Ahí se me encendió el piloto, ese que te dice que no sigas leyendo y te quedes en el titular, porque si no vas a tener que bajar a un bar a por un cubata de ron para pasar lo que queda de día. Aún así, leí la noticia. Bueno. Era sólo una clase y fue sin cobrar. En fin. El hombre no tiene estudios universitarios, pero bueno: no hay contrato, no hay alarma.

Sin embargo, el día siguiente leí en los mismos periódicos que habían contratado a El Juli, torero español, en varias universidades para dar dos asignaturas: una de cultura taurina; y otra de técnicas de motivación para el alumnado. Me quedé anonadada.

La verdad es que esta noticia ha traído cola y muchas personas han escrito cartas, entradas y twitssobre el tema. Yo no quiero cargar ni contra El Juli ni contra sus contratadores. Al final, me da igual. Lo que quiero visibilizar es el número y la especificidad de los requisitos que se nos exigen al resto de las personas para acceder a un trabajo en una universidad tanto de docente como de investigador.

Enumero unos pocos. Más o menos los que coinciden con casi todas las áreas y temáticas: nivel de estudios de doctorado, nivel de inglés de proficiency, en el País Vasco nivel de euskera de EGA,ponencias en congresos nacionales e internacionales (pagados de tu bolsillo, obvio), artículospublicados en revistas indexadas (mejor en inglés, claro), libroscapítulos de libros, experienciadocente demostrable (que claro, muchas veces hemos dado clases de estraperlo y no tenemos certificado que lo demuestre), experiencia investigadora en proyectos europeos e internacionales(¿hola?), estar acreditado por una agencia de calidad y un postdoctorado en un país anglosajón (:O).

Vamos a ver. No sólo apenas hay ofertas de empleo en este ámbito, sino que cuando sale una piden unperfil para una persona que lleve trabajando en él al menos 15 años.

Pero claro, si eres un político o un torero pues todo resulta más fácil, ¿no? Tenemos una “diáspora investigadora” grandísima, por no llamarlo exilio de cerebros, y el grado de desesperanza dentro del gremio es desolador. Este tipo de noticias no hacen más que ratificar el hecho de que la huída a otro país es la única alternativa posible si queremos continuar con nuestras carreras, la cuales han sido truncadas antes de empezarlas. Yo, por ejemplo, me fui al paro el mismo mes que defendí mi tesis. Super lógico, vamos.

En mi caso, para cubrir todos los requisitos que se me exigen para acceder a uno de estos puestos tendría que invertir al menos dos años de mi vida en trabajar gratis publicando y yendo a congresos, además de sacándome títulos de idiomas. El tema de la experiencia docente o con proyectos europeos ya es otro cantar.

Pero, ¿quién puede hacer esto: dedicar dos años a mejorar el curriculum sin empleo? Los investigadores necesitamos también pagar las hipotecas y los alquileres y hay pocas posibilidades de reinventarnos en algún otro sector (puestos de trabajo técnicos o especializados) que no sean puestos de trabajo no cualificados. De este modo, todo el dinero que han invertido las Administraciones en nuestra formación se pierde por las cañerías del sistema, obstruidas de materia gris desperdiciada.

Creo que es más fácil que me entrene para convertirme en elfa guerrera de la Tierra Media (lo de torera no me va nada) a que me siga presentando a puestos con requisitos inalcanzables para jóvenes investigadores sin recursos.



* Gracias a Arantzazu Vicandi por la idea del título.

Te dejo, querida investigación

Por Nerea Azkona
12/02/2014

De nuevo el mismo sentimiento que sintió mi corazón hace cinco años cuando decidí separarme.

Primero sientes que no estás a gusto, pero no te atreves ni a pensarlo. Ya no eres feliz. De hecho, ya ni te acuerdas de cuando lo eras. Pero toda esa nebulosa de recuerdos y sentimientos se aturullan en tu cabeza sin poder aún ponerles nombres y sin saber identificar todavía qué es lo que sientes de verdad.

Luego las cosas empeoran y cada vez te sientes más desgraciada hasta que ahogada por la pena y el miedo decides contárselo a alguien. Cuando te oyes en voz alta, sabes, en ese mismo momento, que a la relación le quedan meses, semanas o días. Ya le has puesto nombre y está en tu punto de mira.

Sin embargo, sigues intentando buscar soluciones, pero no ves ninguna que pueda asegurar a medio o largo plazo una medida que no sea un parche o una tirita que vaya a despegarse a la primera de cambio. Cuando algo va mal y no puedes solucionarlo lo más natural es que las cosas empeoren y notas como cada vez queda menos tiempo, cómo la situación se vuelve insoportable a pasos agigantados y cómo pide a gritos que agarres las riendas y que pongas algo de racionalidad en el asunto.

Y así va pasando el tiempo hasta que llegan los días previos a la ruptura que son los peores. Sabes que el tema se va a terminar, porque ya has decidido que así va a ser, y tienes que comunicarlo y pensar en cosas más pragmáticas que antes no habías pensado. Ahora es el momento de reflexionar en cómo se va a proceder: quién se va de casa, dónde te vas a instalar, si te llega el dinero para hacerlo, cómo va a ser el futuro en solitario o dónde vas a volver a reconstruirte de nuevo. Vivir sola, buscar un compañero de piso o volver con tu familia. Y mil preguntas más que te bombardean la mente, que no te dejan dormir, y que sólo te piden cerveza y nicotina.

Por momentos lo vives con entusiasmo, en otras ocasiones con autentico pavor. Tienes miedo a equivocarte a tomar una decisión de la que puedes arrepentirte, a pesar de que llevas meses dándole vueltas al asunto y sabes que es lo mejor para todos, y sobre todo, que es lo mejor para ti.

Y por fin llega el día en que lo haces. Te vas y, sorprendentemente, el mundo no se para. Todo sigue igual a pesar de que tú has decidido cambiar por completo. Pero para el resto del mundo es un día más de sus vidas, aunque tú no puedas olvidar jamás la fecha del 22 de septiembre. Y eso por un lado te calma, porque ves que no es para tanto; y por el otro te cabrea porque lo que tanto te ha costado decidir al resto del mundo le importa una mierda.

Y ahí termina todo. Con el tiempo puede que te arrepientas o puede que creas que es la mejor decisión que has tomado en tu vida. Eso nunca se sabe hasta que eres capaz de mirar hacia atrás sin que te de vértigo.

Bueno, pues he vuelto a sentir esa incertidumbre. Puede que esté empeñada en continuar una relación que no me lleva a ningún sitio y ayer, por primera vez, comenté este miedo en voz alta. Si el ciclo se repite, ya estaría en la anteúltima fase y de aquí a unos meses todo podría terminar.

Puede que me haya empecinado en ser investigadora y puede que me esté empezando a rendir. Estoy hastiada y cansada de luchar por algo que no tiene hueco en el mercado laboral y no puedo vivir más en esa incertidumbre de no saber qué va a pasar conmigo en los próximos meses.

Sí. Puede que lo mejor sea que lo dejemos aquí. De todos modos, me quedan aún, según mi experiencia previa, hasta después del verano para que acabe de tomar la decisión. Aún quedan meses de parches y tiritas.

Qué difícil es cambiar de vida y abandonar todo lo anterior para reconstruirte en algo que aún no sabes qué va a ser: una tienda, un bar, una frutería… algo que te de las satisfacciones que mereces. O menos. Simplemente necesitas un sitio al que ir a trabajar y lo que es más importante, un sitio que te dé la oportunidad de volver a casa cada día después de tu jornada.


Pero bueno, el primer paso ya está. Si me separé y sobreviví; cambiaré de profesión y me las apañaré del mismo modo. Querida investigación, fue bonito mientras duró.


Relaciones Internacionales y otras... Sobre ciencias (sociales) y disciplinas.



Por Angie Larenas

7/10/2013



Ciencias (sociales), disciplinas… Interdisciplinariedad, multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad… Existe un debate interminable sobre cómo nos mezclamos, cuán diversos somos, y cómo trabajamos en nuestra diversidad.

Sin embargo, en mi opinión, todos esos debates son insuficientes. ¿De qué sirve que nos preguntemos, por ejemplo, si las Relaciones Internacionales son una ciencia o una disciplina, si esa pregunta solo sirve para no mirar más allá que a nuestro propio ombligo? ¿O de qué sirve que nos planteemos límites impenetrables entre Sociología y Ciencia Política si la fragmentación de la realidad social no es más que una herramienta analítica?

¿Ciencia Política, Sociología Política o Relaciones Internacionales? ¿Quién tiene el “dominio de lo internacional”? O mejor, ¿por qué un área del conocimiento específica tendría que tener el “dominio de lo internacional”?


Estas preguntas no son difíciles de responder y llevan en su planteamiento las respuestas… desde mi punto de vista, eso sí.



Lo que llamamos ciencias o disciplinas no son más que parcelas del conocimiento vinculadas a determinados objetos de interés. Las parcelas nos ayudan en el proceso investigativo: en la selección del universo de estudio; en la metodología, métodos y técnicas a utilizar; en los enfoques teóricos que es preciso dominar. Pero el permanecer en un área puede hacer que nuestra mente se cierre ante las opciones que provienen de otras parcelas del conocimiento. Con esto quiero decir que no se trata de compartimentos estancos, y que los límites no son infranqueables.



Supuestamente las Relaciones Internacionales son una disciplina joven. Para muchos no merece el rango de ciencia porque su área de influencia es menor, porque su desarrollo es escaso y porque su objeto de estudio es perfectamente abarcable desde la Sociología Política, la Ciencia Política, la Economía Política o el Derecho Internacional (quizás me deje alguna). 

El interés por lograr que las Relaciones Internacionales superen el rango-menor-de-disciplina a veces hace que los especialistas no puedan mirar más allá de su propio ombligo, como señalaba antes. Hay conocimientos compartidos con otras áreas que arrojan luces sobre lo que es de interés para las Relaciones Internacionales y que no debería obviarse.



Pensar que las Relaciones Internacionales –en mayúscula- se agotan en las relaciones internacionales -en minúscula- es reduccionista. Esta visión no permite comprehender el mundo de lo social de manera heurística. En la base de esas relaciones, más que las propias instituciones, están las relaciones humanas. 



Lo inter, multi y pluri está de moda, pero no ha agotado las polémicas alrededor de la fragmentación del mundo social y del conocimiento. Sin embargo, soy de la opinión de que utilizar fuentes diversas enriquece nuestras capacidades investigadoras, nos dota de mejores y más depuradas herramientas de análisis, nos brinda más posibilidades en cuanto a metodologías, métodos y técnicas…


El mundo, el mundo social, solo se encuentra fragmentado en nuestras mentes.




Las fases del y de la tesista

Por Nerea Azkona
16/09/2013

Soy Nerea y he sido tesista. Lo estoy intentando dejar, pero es difícil. Cada una de las fases del proceso me ha supuesto un esfuerzo muy grande y estoy deseando llegar a la última para que me den la chapita de ex-tesista (comenzamos con 1 mes sin tesis, y así hasta que ya no me acuerde que la llevo). Para todos y todas aquellas que quieran ir dejándolo, os daré una lista de las etapas que he ido superando. Son las siguientes y responden a la pregunta recurrente que te hace todo el mundo cuando estás en pleno proceso:

¿QUÉ TAL LA TESIS?

Respuestas según la fase en la que nos encontramos:

FASE 1: Empezando el proyecto (aún conservamos la sonrisa).

FASE 2: Terminando el puto (pinche, si estamos en México) proyecto (aquí ya no somos tan felices, estamos diseñando el cronograma y pretendemos hacer una investigación que nos llevaría toda la vida en cuatro años).

FASE 3: Leyendo (se puede intuir la emoción en la voz).

FASE 4: Bffff, leyendo,…

FASE 5: Hasta las pelotas (ovarios) de leer… Pero ya he hecho la portada y los agradecimientos, y tengo pensado el diseño de la presentación de la defensa (“¡qué flipada!”, piensa el interlocutor…).

FASE 6: Creo que lo dejo (Primera crisis).

FASE 7: He dejado de leer y me he puesto a escribir. “¿El qué?” te vuelven a preguntar. Contestación: … (onomatopeya del grillo).

FASE 8: Reestructurando el proyecto (la emoción se convierte en angustia…).

Y de repente se ha acabado el primer año de tesis.

FASE 9: Bueno, ahí ando con el marco teórico…

FASE 10: El marco teórico avanza. ¡Subidón subidón!

FASE 11: He acabado el marco teórico y no sé a qué dedicar mi vida... (Primera parte del síndrome de Estocolmo).

FASE 12: (Mientras el marco teórico está en correcciones). Ando diseñando el trabajo de campo…

FASE 13: ¡Buah! Hasta los huevos (moño) del (re)diseño del trabajo de campo. Creo que la voy a hacer cuantitativa…

FASE 14: Reestructurando la parte de la metodología del proyecto. Creo que voy a tener que reestructurar también el marco teórico, ¡mierda…! (Segunda crisis).

FASE 15: Acabando la metodología. Creo que todo empieza a cuadrar…

FASE 16: Oh-my-God! He conseguido que algo tenga sentido. Adoro mi investigación.

FASE 17: Intentando acabar el capítulo de la metodología antes del verano para tener vacaciones.

FASE 18: ¡Pues estoy harta! Me he quedado sin vacaciones porque soy incapaz de escribir una palabra más. Creo que me pongo a leer de nuevo…

FASE 19: Pues de vacaciones con la tesis, el portátil, los libros, el correo electrónico y todo lo que te puedas imaginar… fenomenal… ahora voy a yoga, pilates y medito…

Y de repente y sin avisar se acaba el segundo año y tienes que reestructurar el puto marco teórico para que te cuadre con el capítulo de la metodología, que has cambiado porque te das cuenta de que es imposible hacer lo que habías propuesto en el puto-proyecto-de-mierda. Y piensas: ¿en qué estaría pensando?

FASE 20: Pues parece que lo he cogido con ganas. Estoy en la parte empírica.

FASE 21: Recogiendo datos.

FASE 22: Recogiendo datos.

FASE 23: Hasta las pelotas (narices) de recoger datos…

FASE 24: Considerando cambiar de tema, porque creo que es una mierda que no interesa a nadie… (Tercera crisis).

FASE 25: Acabando el trabajo de campo. Con ganas de ponerme a escribir (quién lo diría…).

FASE 26: Escribiendo.

FASE 27: Harta de escribir, con lo bien que estaba yo recogiendo datos…

FASE 28: Se me están amontonando las correcciones de los capítulos anteriores. No me hables…

FASE 29: A punto de entregar el capítulo en el que analizo los datos. Este año no me quedo sin verano, lo voy a acabar antes.

FASE 30: Creo que no me va a dar tiempo a acabarlo. Me llevo la tesis de vacaciones de nuevo.

No puede ser, se ha acabado otro año (horror).

FASE 31: Este año la acabo. Todo va bien. Todo va bien. Todo va bien (y así tantas veces como lo necesites hasta que acabas por creértelo).

FASE 31: Todo va bien, creo.

FASE 32: Todo va fatal, no voy a poder (Cuarta crisis).

FASE 33: Me han dado las correcciones del último capítulo que entregué y tengo pocas. Soy feliz. Adoro mi tema, es super interesante.

FASE 34: Hasta los huevos (no se me ocurren más sinónimos con perspectiva de género…) del mismo tema (sí, empiezas a desarrollar bipolarismo teseril… amor-odio maniaco depresivo por la investigación).

FASE 35: Corrigiendo, leyendo, escribiendo. Acabando todos los capítulos a la vez. Con 7 words abiertos en el ordenador: los de la tesis, los que lleno de recortes de cachos de tesis, los que relleno con ideas interesantes, los que relleno con ideas de mierda, el documento en el que escribo todo lo que no hago porque estoy haciendo la tesis, etc., etc.

FASE 36: He acabado el último capítulo. Sólo me queda la introducción y las conclusiones. Soy muy feliz. Parece que este año tendré verano. Quiero dejarla escrita antes de vacaciones.

FASE 37: No duermo, no como y fumo con una loca. Quedan dos semanas para las vacaciones y no he acabado de escribirla.

FASE 38: Ni me hables. Acaba de salir un puto monográfico de mi tema que tengo que leerme para incorporarlo en todos y cada uno de mis capítulos. (Fue a partir de este momento cuando me desdoblé en (candidata a) Dra. Jekyll y Ms. Hide).

FASE 39: De vacaciones con la tesis, como siempre.

Empieza el último año.

FASE 40: Acabando.

FASE 41: Acabando.

FASE 42: Acabando… con mi vida…

FASE 43: ¡¡¡¡¡¡¡¡He acabado de escribirla!!!!!!!! La acabo de mandar para hacer las correcciones. Estoy contenta, soy muy feliz.

FASE 44: En crisis perpetua y continua. Tengo un montón de correcciones que superan el tocho de la tesis por 500 folios…

FASE 45: Corrigiendo.

FASE 46: Corrigiendo.

FASE 47: Acabando de corregir. Dudo, dudo y dudo. Me da la sensación de que todo es una mierda, el tema, el objetivo, la hipótesis, la metodología y por supuesto el puto marco teórico. ¿Cómo voy a entregar algo así? (enésima crisis,… esta no se pasa ni con alcohol de quemar… una ruina).

FASE 48: Con ganas de matar a mi director de tesis… y tu familia, ¿qué tal?

FASE 49: Gruñido (Mirada de odio al osado que te pregunta…).

FASE 48: En la última corrección. En cuanto me den el visto bueno la convierto en PDF (este tipo de archivo hace que nos suba la bilirrubina…).

FASE 49: Acabo de convertir el archivo en PDF y la he mandado a la imprenta. Soy feliz (En este punto ya el tesista ha desarrollado un bipolarismo de amor odio con la tesis y con su estado de ánimo del que nunca podrá recuperarse).

FASE 50: Voy a depositar.

FASE 51: Ya he depositado (segunda parte del síndrome de Estocolmo).

Resulta que es verano y no tienes nada que hacer…

FASE 52: Preparando la defensa.

FASE 53: Defiendo la semana que viene… ¡ni me hables!

FASE 54: Defiendo mañana, ¿bebemos?

FASE 55: Defiendo en un rato, soy un junco, soy un junco, soy un junco,…

FASE 54: Ahhhhh!!!!!!!!! A punto de defenderrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!!

FASE 55: ¿Tesis? ¿Qué tesis? (primer y único estado de Nirvana en todo el proceso).

FASE 56: En terapia, intentando quitarme…



¡Ánimo a todos y todas las que estáis en alguna de estas fases! ;)

Cocinando una entrada “Azkorenas”: Receta paso-a-paso.

Por Nerea Azkona y Angie Larenas 
Azkorenas ConsultorAs
06/08/2013

Hace poco salieron los datos de la investigación La blogosfera femenina. I Edición. España. 2012sobre el perfil de las blogueras en el Estado español. A Azkorenas, como entidad-compuesta-por-mujeres-blogueras recién llegadas a la red, nos interesó mucho conocer los resultados del estudio.

La verdad es que nos impresionaron los datos que se vierten. En un primer momento nos sentimosmuy lejos del perfil mayoritario que se muestra. Por eso, después de pensarlo mucho, decidimos realizar este post utilizando la metodología propia de algunos típicos blogs femeninos (según las estadísticas), que distan un poco de lo que hacemos nosotras cada semana. Pero antes, vamos a analizar brevemente los datos que nos muestra la investigación.

El perfil de las blogueras “españolas” es el siguiente:
  • Edad: el 52% de ellas tiene entre 30 y 39 años. Estamos dentro de la mayoría (por poco, ¿eh?... Que quede claro que acabamos de entrar en la treintena).
  • Otro punto en el que coincidimos es la principal motivación del blog: su uso como herramienta de trabajo.
  • Pero ahora nos vamos alejando… El hecho de vivir en Castro y en Bilbao nos invisibiliza en las estadísticas (más a una que a otra). La Palma se la llevan las mujeres de las grandes ciudades (por mucho que se piense a Bilbao como capital del Universo, parece que no es así… según las estadísticas…).
  • El tema de la maternidad nos llama la atención. ¿A los blogueros se les pregunta si tienen hijos e hijas para hacer sus estadísticas? Pues a las blogueras sí. Imaginamos que esta variable ha sido importante para el estudio porque una buena parte de los blogs consultados están relacionados con la maternidad.
  • En las temáticas... también estamos bastante lejos. Entre las más populares encontramos:moda y complementos (nuestro querido “Todo comenzó en Santander” no entra en este grupo); maternidad y familia (tampoco, aunque prometemos una entrada sobre antropología del parentesco para el próximo curso); vivencias (mmm… habría que analizar qué significa exactamente; sí utilizamos nuestras vivencias e inquietudes para escribir, pero no escribimos sobre nosotras … ¿o sí?); belleza (pues va a ser que no); gastronomía y repostería (tampoco, aunque una de nosotras cocina de miedo -y la otra da miedo cocinando-).
A partir de esta reflexión, y haciendo un guiño a los interesantes blogs de gastronomía y repostería llevados por mujeres, hemos realizado la última entrada pre-vacacional copiando (“si no puedes innovar, copia a los que tienen éxito” -Emilio Duró-) su manera de presentar las entradas: EL PASO A PASO ¡Ahí va nuestra pequeña parodia sin ánimo de ofender!

Ingredientes:

- Ganas de escribir una entrada: un par de tazas, de las de café… y el café.
- Algún tema: pre-cocinado (esta va a ser la base de la receta).
- Un ordenador: encendido, es decir, calentito.
- Un documento de Word: recién hecho.
- Imaginación: una buena pizca.
- Tiempo: lo justito para que la receta quede bien cocinada.

Entrada en cinco pasos:

Primer paso: Pre-cocinar el tema. ¿De qué voy a escribir? Hay semanas en que es muy fácil elegir el tema. De hecho, a veces acabas de publicar una entrada y ya tienes en mente la siguiente. Otras, en cambio, la decisión no llega hasta última hora. Siempre te puede ayudar leer las noticias, ver los telediarios y enterarte de cosas “encabronantes” que circulan por las redes sociales.


EL PAÍS, 5 de agosto de 2013

Segundo paso: Una vez preparado el documento de Word y con el ordenador calentito, llegó la hora de escribir. Pero ¿cómo empezar? Un poco con lo que te venga a la mente. En caso de que pase el tiempo y sigas con la página en blanco, quedarte mirando a una mosca que se cruza por la pantalla ¡noooo! ¡Siempre puedes tirar de las referencias!: libros, artículos, otros blogs, periódicos (una vez más). ¡Que no se te olvide citar! Las referencias son un sucedáneo de la sal. El resultado suele quedar más sabroso, aunque no siempre se necesita. Si crees que la inseguridad se te ha colado en la cocción puedes coger el teléfono, llamar a tu socia y compartir las angustias (sirve también para otro tipo de bloqueos, el hecho de compartir por teléfono las angustias todo lo cura)…


Tercer paso: Una vez cogido el primer hervor la preparación va en camino. Es la hora de darle sustancia. Aquí que no falte la imaginación. Si vas a tirar de humor o sarcasmo puede que la pizca sea más grande. Para la indignación hay que usar solo lo justito, porque si no el resultado queda muy explosivo. Para la autorreflexión, la autocrítica, la perspectiva académica… bueno, ahí cada quien ve cuánta necesita…



Cuarto paso: Se sabe que la preparación está en su punto cuando se te dibuja una sonrisa en los labios. Pero solo se puede asegurar cuando la socia la prueba. Es el momento del consenso, la edición y los detalles.


Quinto paso: La cocción ha sido un éxito, pero hay que compartirla. Este es el último paso y tiene dos partes. Por un lado, publicamos el resultado en las redes sociales, siempre prestas a nuevas degustaciones. Por otro lado, llega al paladar de la abuela de una de nosotras para que le dé bendición… si es que le gusta. La abuela, como todo el mundo, tiene sus predilecciones: las preparaciones de la serie Pinceladas, las pre-cocinadas con trabajo reproductivo. (Terceras PinceladasQuintas Pinceladas).


Y eso es todo, nuestro paso-a-paso.

Aprovechamos para despedirnos hasta septiembre que nos vamos de vacaciones, a captar nuevos temas en un ambiente más relajado. Muchas gracias a todos y todas las que nos siguen y nos leen. Hemos acabado esta etapa con más de 14.000 visitas. Prometemos más y mejor al inicio de curso. Eskerrik asko denoi! ¡Muchas gracias a todos y todas!

Más información:



El primer “ismo”: Elitismo en la Universidad



Por Nerea Azkona
27/05/2013

Nos encontramos ante la primera entrada de cinco con el título de “ismo”. Dicen que las palabras que acaban en “dad” hacen referencia a conceptos, como multiculturalidad; mientras que las que lo hacen en “ismo” son más ideológicas, por ejemplo multiculturalismo.

A pesar de esta diferenciación, los términos que van a protagonizar estos post son de otro tipo y están relacionados con el abuso de poder por distintas razones:


  •     Clase => clasismo
  •     Raza => racismo
  •     Sexo => sexismo
  •     Influencias => clientelismo
  •     Estatus => elitismo

    Hoy comenzamos por esta última contextualizada en el ámbito universitario.
    He vivido situaciones en las que he sentido cierto elitismo en la Universidad. ¿En base a qué? A que se considera a unas personas por encima de otras dependiendo del estatus que ocupan. Este elitismo puede acabar dividiendo a la población universitaria (de posgrado relacionada con la investigación) en estudiantes-investigadores/as de “primera” y de “segunda” categoría.

    Hablo desde mi experiencia, pero he coincidido con muchas personas de diversos países en mi contexto universitario y creo que puedo decir que en cualquier universidad del mundo hay ciertajerarquía medieval relacionada con el estatus que nos recuerda a la pirámide de la sociedad estamental característica del Antiguo Régimen europeo. Esta sociedad estaba dividida por el estatus y conformaba una pirámide. En su vértice superior se encontraba el Rey, a este ser le seguía la nobleza (alta y baja) y detrás estaba el clero (éste a su vez se subdividía en alto y bajo). La base de la pirámide, donde se amontonaba la mayoría de la gente, era la plebe o el pueblo, a las que denominaban así porque eran personas sin privilegios (eran las únicas que pagaban impuestos, por ejemplo).

    A partir de esta descripción voy a desarrollar la pirámide universitaria en el que participamos y la que reproducimos.

    En el vértice superior, el (y digo el) Catedrático. Si acaso, la Catedrática detrás, a la sombra.

    Después el profesorado de la plantilla. Dentro de este escalafón está el/la titular, el/la adjunto/a, el/la asociado/a, el/la doctor/a-contratado/a,… vamos, un montón de puestos que nos recuerdan cuál es nuestro lugar.

    ¡Ojo!, si aún existiera el caso de alguna persona de las anteriores que no haya obtenido aún su doctorado, pobre de él o ella. Será el último mono y le pasará por encima (en cuestión de estatus) cualquier persona (incluidos los/as mendrugos/as) que hayan obtenido su título de doctor/a.

    En términos de estatus, convertirse en doctor/a es un rito de paso muy importante. A pesar de que no hay cambios físicos (como cuando una mujer es madre, que el rito es físico y el cambio trascendente) el día de la defensa de la tesis (que no el día en que se deposita ) algo cambia en la mirada de la gente que nos rodea. Entramos en El Club. Formamos parte de “algo” en lo que antes no podíamos entrar. Y nos lo hacen saber. Y por ello, muchas defensas son tremendamente duras. Hay que marcar diferencias. Y sí, vamos a entrar en El Club, pero vamos a sufrir un poco todavía que somos licenciados/as o master.

    Siguiendo la lista, después del profesorado contratado está el eventual y el visitante y, tal vez,los/as becarios/as post-doctorales. Especímenes difíciles de etiquetar, porque son doctores, pero siguen siendo becarios, lo que les quita estatus. En ningún momento estamos hablando de capacidades. Nadie niega que alguien que se encuentre en la parte de abajo de la pirámide tenga mucho más talento que “un noble conde”.

    Después de estas personas está la gente que no da clase. Sí, en la universidad, existe ese rol, que no es otro que el de los/as investigadores/as. Perdón. Investigadores/as pre-doctorales. Hay que marcar distancias. Y no hay que perder la oportunidad de decirle a alguien gracias al nombre de su cargo si ha entrado en El Club o no.

    Bueno, antes que estos están los/as investigadores/as contratados/as, que en su mayoría son doctores/as, pero que suelen tener contratos a fin de obra o de proyecto. Son pocos, muy pocos. No son becario/as, pero no son plantilla. Y lo que no son, y tiene que quedar bien claro, es profesores/as. Y que nadie se equivoque. Se les mira con desdén por los/as que están por arriba y por los/as que están por abajo. Esta pobre gente vive a la defensiva.

    Luego, sí, los/as pre-doctorales. Estos/as pobres. Pero, cuidado, no son los/las que peor están. Existen los/as doctorandos/as sin beca. A estos ya no se les tiene ni en cuenta (a no ser que sean de una nacionalidad “atractiva” que pueda darles algún que otro punto). Estos/as no tienen reconocimiento, pero están en mejor situación (y me refiero a los juegos de poder) que los/as pre-doc, ya que no dependen de la firma de nadie para hacer nada, porque no hay contrato entre medio. Es decir, a nivel de estatus están por debajo pero a la hora de la verdad son mucho más libres que los que están inmediatamente por encima en la torre del elitismo.

    Por último, y dentro de la “nobleza” aún, los/as postgrados. Es decir, la gente que está estudiando master y que desarrolla su tesina.

    Detrás de estos “la plebe” del conocimiento. Es decir, todos/as los/as estudiantes de grado. El alumnado propiamente dicho, que son los/as primeros/as que siguen reproduciendo este sistema carca y medieval.



    Bueno, primera realidad acabada en “ismo” que he vivido en persona inspirada en el desdén de algunas miradas y en lo poco apropiado de muchos comentarios que he tenido que oír a lo largo de mi vida académica.

    De sujeto investigador a objeto investigado

    Por Angie Larenas 
    6/5/2013

    ¿O debería decir: de sujeto investigadora a objeto investigada? En este caso, ni siquiera tengo claro cómo utilizar un lenguaje no sexista cuando yo, la protagonista sujeto-objeto, soy mujer. Pero esta entrada no va sobre el tema del lenguaje -aunque ya llevo varios días con esta duda- sino sobre investigaciones e investigadoras/es. 

    Hace unos días estuve en el médico. Después de ver el resultado de mis análisis el especialista que me atendió me invitó a participar en un ensayo clínico en el que están tratando de identificar cuál es el tratamiento más indicado para el problema que tengo en la zona donde vivo. Me dio los documentos con la información sobre la investigación y una semana para que decidiera si quiero participar. 

    Mi primer pensamiento fue: ¡firmo aquí mismo porque es que le voy a decir que sí! Pero hay que seguir un protocolo y tomar el tiempo que te dan para ver bien de qué va la investigación, la responsabilidad que asumes, los riesgos, etc., etc. 

    El caso es que desde el primer momento estaba segura de que aceptaría participar, porque sobre todo pienso en lo importante que es para mí que las personas acepten participar en mis investigaciones. Que te digan que no a una entrevista siempre te sienta mal, que te digan que sí y luego te den el plantón, todavía peor. 

    Sin embargo, me resulta más fácil aceptar ser objeto en un ensayo clínico, con un tipo de investigación que no controlo en lo absoluto, viendo cómo reacciono a una medicación, que aceptar una entrevista. Será porque sé qué puede implicar, por ejemplo, un cuestionario bien hecho. Porque sé que a veces hurgo en la intimidad de otras personas, y no me es muy cómodo saber que alguien desconocido pretende hurgar en la mía. 

    Aunque creo que al final, tal y como voy a firmar mi aceptación en el ensayo clínico, acabaría aceptando la entrevista. En el fondo, en mi caso, se trata de solidarizar con el trabajo de otras/os.


    #ahoravasylotuiteas


    Por Nerea Azkona 
    29/04/13

    Desde que nos hemos embarcado en esta aventura empresarial de la consultora en ciencias sociales nos estamos aventurando en la web 2.0, ya que el emprendimiento, en los tiempos que corren, va de la mano de las redes sociales, las aplicaciones, las nubes, los posicionamientos y un largo etcétera digital, con el que estoy empezando a medio encariñarme (¡qué remedio!). 

    He titulado este post con la típica frase de José Mota (humorista) “ahora vas y lo cascas” en idioma tuitero versión 2.0, claro, ya que el tema de la entrada versa sobre la difusión científica en la red, sobre todo la relativa a las ciencias sociales, y más en concreto la nuestra. 

    Dice Miquel Duran, profesor del MOOC Investigación científica 2.0.1: procesos clave en una sociedad digital que se encuentra en la plataforma Miríada X, que en la actualidad las personas somos “nosotras y nuestras circunstancias digitales”. Dentro de éstas se encuentran las redes sociales en las que participamos y nuestro blog, herramientas que utilizamos como modo de difusión de nuestras investigaciones, ideas, reflexiones e historias varias. 

    Nosotras, como Azkorenas, lo estamos viviendo con nuestro perfil en las redes sociales deFacebook y Google+ y con este espacio que comenzamos a finales de noviembre del año pasado. A esto hay que añadir nuestros perfiles personales en estas redes sociales, además de los de LinkedIn, Academia.edu, Twitter y un largo etcétera de cuentas y perfiles que hay que mantener activos y en los que hay que participar. 

    Pues bien, tengo que confesar que no me da la vida para difundir tanta ciencia en tantas redes. Además no sólo difundimos, también hay que posicionarse en la web. 

    Cuanto más me inserto en el mundo 2.0 más cuenta me doy de lo útil que es poner un/a community manager en tu vida. Pero, como estamos en un tiempo en el que o nos reinventamos o morimos (sobre todo si nos referimos al mundo virtual/digital) desde hace meses además de investigadoras emprendedoras, tesistas, bloggeras, articulistas y congresistas, ahora somos tuiteras (@galmena_82 y @angieala), facebookeras (aquí sí que me muevo como pez en el agua), googelerasplus (yo lo intento pero cero feedback en esta red) y linkedIneras (cada vez tengo más contactos pero me da la impresión de que absolutamente nadie (menos Angie, claro) lee lo que pongo en las actualizaciones de esta red social… aunque no pierdo la esperanza, igual un día recibo un comentario, quién sabe). 

    ¿Qué ha cambiado? Pues que teníamos que dar el salto a la difusión digital, ya que tiene un montón de ventajas respecto a la tradicional. Comenzamos andando a ciegas, pero hace un mes decidí poner nombre a un montón de intuiciones que rondaban en mi cabeza: acciones, redes, aplicaciones… que se encontraban difuminadas alrededor de mí (y de mis circunstancias -no sé si digitales o no-) y de las que no tenía muy clara su función. 

    Para conocer todas estas cosas me apunté al MOOC sobre difusión científica que os he comentado porque necesitaba encontrar claves para llegar al público. A pesar de que somos distintos tipos de científicos, yo tiro más hacia la hermenéutica, incluso el posmodernismo, y los profesores del curso son de ciencias puras (como suele decirse) la (dificultad de) difusión del conocimiento es la misma para ambas ramas. Si para la gente que no investiga es aburrida la explicación tradicional de la estructura de una molécula, qué os voy a contar sobre el atractivo de la concepción de las Naciones Unidas o las relaciones internacionales de China con África (dependiendo de quién sea el interlocutor, una ponencia sobre estos temas puede llegar a ser hipnótica, incluso). 

    Nosotras también publicamos en revistas especializadas, pero queríamos divulgar nuestros resultados en un espacio propio en el que sentirnos libres de temáticas, normas de estilo o actitudes y comentarios políticamente correctos. Ya escribí una tesis, ahora me toca divulgarla; y si es a la ciudadanía, mejor que mejor. 

    ¡Divulguemos! ¡Divulguemos para todo el mundo! ¡Divulguemos de manera cotidiana y compartamos conocimiento con la gente! Rompamos la brecha que durante siglos ha mantenido separados a lxs científicxs (sociales) de la sociedad porque nos nutrimos lxs unxs de lxs otrxs. Así que: manos al Twitter!! 

    Nos vemos en las redes…


    ¿Y tú qué haces? ¡Ah, ya! ¿Y para qué sirve?


    Por Nerea Azkona
    17/04/2013

    Soy antropóloga en el Estado español (es muy importante la localización, ya que ser antropólogo en México, por ejemplo, tiene mucho más prestigio social). No sé muy bien qué es lo que hizo que tomara esa decisión en su momento. Yo quería ser investigadora, y la antropología me abría el camino hacia el sueño que quería cumplir. Ahora bien, ¿exactamente qué soy? ¿Antropóloga? ¿Licenciada en antropología? ¿Investigadora? ¿Becaria de por vida? ¿Precaria? ¿Todóloga (= que se atreve con todo)? Quién sabe… Yo, al menos, no tengo ni idea. 

    A continuación os reproduzco una conversación ficticia, que podría suceder en cualquier momento (si no es que ha pasado ya) aquí (Bilbao) y ahora (2013). Con esto quiero decir que hay que contextualizar dónde me encuentro: en un país sin pueblos originarios (creo que los vascos no entramos en esta categoría); y sin tradición colonial relacionada con África durante el siglo pasado (dicho así, suena fatal; porque el imperio español se construyó colonizando todo lo que pilló; pero me estoy refiriendo a la diferencia que existe, respecto a la disciplina de la antropología, con otros países europeos que contaban con cantidad de colonias en África en el siglo XX, sobre todo, Inglaterra y Francia, ya que el auge de la disciplina coincidió con este periodo, que el Estado español vivió más de soslayo). 

    Y la conversación sería la siguiente: 

    - ¡¡Hola!! ¡¿Cuánto tiempo?! ¿Qué es de tu vida? 

    - ¡Todo muy bien! ¿Y tú? ¿Te fuiste a Madrid a trabajar, no? 

    - ¡Sí! Hice periodismo y me coloqué en Madrid. Llevo seis años trabajando en una agencia y estoy muy contento. ¿Y tú? 

    Respiro tranquila y pienso qué contestar. Si quiero entretenerme mucho dando explicaciones o si le digo que soy profesora y cruzo los dedos para que no me pregunte de qué. Al final opto por el camino de las explicaciones, que normalmente no llega a ningún sitio. 

    - Pues, yo trabajo como investigadora… 

    - ¿Eres científica? 

    - Eh,… ¿me preguntas si pruebo vacunas? 

    - Sí 

    - Pues no, entonces no soy científica. Para ser más exactos soy hermeneuta, ¿cómo lo ves? 

    Este es el momento de la conversación en la que comenzamos a ir hacia un bar. Necesitamos una caña para la explicación y un martini para tragarla. Y seguimos con el tema: 

    - A ver, lo que quiero decir es que no me dedico a las ciencias puras, soy investigadora en ciencias sociales. 

    - ¡Ah! ¡Haces estudios de mercado! Ya… 

    - No, no, no. ¡Tampoco! 

    - ¿Pues qué? 

    - ¡Soy antropóloga! 

    - Eh… 

    Cri cri cri. 

    Después de pensarlo bien el interlocutor reacciona: 

    - ¿Cómo Indiana Jones? 

    Si me dieran un euro por cada vez que he escuchado esto, no tendría que pedir becas… Enciendo el “modo de ironía” y contesto que sí, que soy como Indiana Jones pero sin látigo. Que mi vida es trepidante. Acto seguido, ya con el martini a medio terminar y con vistas de pedir otro, matizo que trabajo en investigaciones relacionadas sobre todo con las migraciones, la discriminación, la escuela, el desarrollo sostenible y la cooperación internacional. Y que lo que nos diferencia de otras ciencias sociales es el método y el enfoque, aunque a día de hoy todo es muy permeable y las disciplinas se mezclan y los métodos también. Continúo con la charla: 

    - Trabajo en el Departamento de Derecho Internacional Público, Relaciones Internacionales e Historia del Derecho de la Universidad. 

    - ¡Madre mía! ¡Qué largo! ¿Y allí están los antropólogos? 

    - Pues no. Soy la única. Está lleno de juristas, la verdad. 

    - ¿Y qué haces allí? 

    - Pues no sé. La tesis. ¡Eso hago! 

    - ¿Pero estudias o trabajas? 

    Este momento siempre llega. Tarde o temprano esta pregunta sale. Al principio me encabronaba, ahora me descojono. No hay más, al mal tiempo buena cara. Pido otro martini y sigo con mis explicaciones: 

    - Me pagan por hacer una investigación, lo cual requiere estudio, y solucionar algo, o por lo menos hacer alguna recomendación,… 

    - ¿Y por eso te pagan? 

    A mi interlocutor se le salen los ojos de las cuencas de la sorpresa y a mí la vena del cuello se me hincha hasta el punto de que se pueden contar las pulsaciones que tengo por minuto. Respiro hondo, pienso que no es culpa del pobre hombre que tengo delante y prosigo: 

    - Sí, me pagan, pero si te sirve de consuelo está muy mal pagado, por lo menos en este país. 

    - ¡No, mujer! ¡No quería decir eso! 

    - ¡Pero si tienes razón! A mí me pagan por leer y escribir. Podemos brindar por ello,.. 

    - ¡Claro! ¿Y cuánto tiempo llevas haciendo la tesis? 

    Maldita pregunta… 

    - Tres años y medio. La acabo este año y en total habré estado cuatro años de mi vida con ella a muerte. 

    - ¡Vaya! Eso es mucho tiempo… 

    - Dímelo a mí, que durante todo eso tiempo a penas he podido pensar en otra cosa,… 

    - ¿Y en qué vas a ser doctora? ¿En antropología? ¿En derecho? ¿En qué? 

    - Bueno… no. En Estudios Internacionales… 

    Cuando ya estaba el interlocutor casi convencido de que lo que hago es importante, que merezco el dinero que gano, que puedo ayudar a que las cosas vayan mejor con mis investigaciones… le confirmo que voy a ser doctora en algo (porque él aún no sabe que las Relaciones Internacionales son una disciplina) que no tiene ni puta idea de qué es. Esta vez es él el que pide el siguiente trago, y continúo con la conversación (que a este paso va a acabar con nuestros hígados y con un resacón de escándalo). 

    - A ver, ¿cómo te explico? ¿Tú ves Juego de Tronos

    - Sí. 

    - Pues yo sería la mejor “Mano del rey”, incluso la mejor reina… 

    - ¿Perdona? 

    - ¡Sí! Nosotras estudiamos, comparándolo con la serie, los distintos reinos; las relaciones entre ellos; si colaboran o tienen conflictos; los entresijos de las negociaciones; las traiciones… esas cosas… 

    Este es el momento en el que la otra persona quiere ser como tú. Sé le nota en la mirada (¿o es el vino?). Se entusiasma. Le encanta la idea, y te pregunta y te repregunta y te pide el teléfono y el facebook, y todo lo que se le ocurre. ¡No quiere volver a perder el contacto con una posible “mano del rey” nunca más! 

    - ¡Ah! Pues dime: ¿Cuál crees que va a ser el próximo paso de los Lannister? ¿Se van a quedar con el Trono de Hierro o los Stark tienen alguna posibilidad? 

    Mientras el otro está entusiasmado pensando en que tiene una nueva amiga que estudia las conspiraciones entre reinos imaginarios, tú (y tus chelas) piensas: Siete años de trabajo en dos universidades; publicaciones; ponencias; papers; investigaciones; el DEA; la tesis… y la gente sólo se emociona cuando le dices que tu vida es como vivir en un juego de tronos eterno… Bueno, pensándolo mejor, es una suerte. Yo contenta con mi explicación y el otro feliz con lo que podría llegar a ser si viviera en un mundo que no existe. Pero para mí es la mejor descripción. De hecho, ¿habéis visto alguna vez El Señor de los Anillos con una analista del sistema internacional? Deberíais… los comentarios no tienen desperdicio. 

    ¡Arriba las ciencias sociales!

    Investigar en ciencias sociales. Algunos planteamientos epistemológicos.


    Por Angie Larenas 

    25/03/2013



    La investigación en ciencias sociales es un proceso lleno de interrogantes, de cuestionamientos, de resultados… ¿Pero qué es lo que estudiamos? 



    Nuestro objeto de estudio es tan amplio como amplia es la producción social humana. De ahí que nos veamos en la necesidad de fragmentar la realidad para poder comprenderla, describirla, explicarla, interpretarla. Para conocerla. Lo hemos hecho a través de la producción de disciplinas: Sociología, Antropología, Historia, Ciencia Política, etc. También a través de subdisciplinas, como: Sociología de la Salud, de la Religión, de las Organizaciones, de la Familia, etc. Y dentro de cada subdisciplina a través de áreas específicas, de líneas de investigación, de ámbitos de interés… 



    Subdividir la realidad es una herramienta metodológica que nos ayuda a hacer posible su estudio. Sin embargo, esta es una cuestión puramente analítica que no debe limitarnos a la hora de reconocer la totalidad en la que ese fragmento de realidad se encuentra inscrito, lo que no es siempre fácil de lograr. 



    El mundo en que vivimos, el mundo social (¿o los mundos sociales?), no se funda en una regularidad estable que puede ser medida objetivamente y científicamente analizada, sino en la continua relación entre fuerzas sociales y la naturaleza cambiante de sus relaciones. 



    Y nosotras y nosotros como investigadores somos parte de ese dinamismo. La realidad social también es construida por nosotras y nosotros. Las teorías que generamos se relacionan con acciones en defensa de determinadas concepciones sobre el mundo, sea de manera consciente o no. El modo en que construimos nuestras relaciones y las teorizamos está directamente relacionado con la manera en que creamos y recreamos el mundo que observamos. 



    Por lo tanto, existe un núcleo de valores alrededor de cual se actúa. Estos valores están social y culturalmente definidos. Nuestra producción no es neutral. Y aunque muchas veces no es fácil de reconocer: se encuentra ideológicamente comprometida.

    Nuestra producción no es neutral y el mundo social no es lo natural que aparenta ser. Por lo tanto, las estructuras que lo constituyen pueden ser cambiadas. Desde este punto de vista, me gustaría resaltar la necesidad de transformar esas estructuras, y la posibilidad de que, desde la investigación en ciencias sociales, exista el compromiso por remarcar esa necesidad.

    El futuro incierto de los y las investigadoras en el ámbito académico. Probando suerte con la consultora independiente

    Por Nerea  Azkona
    18/03/2013

    He acabado de escribir la tesis. No puedo describir la alegría que siento. Han sido tres años de investigación que al final se han concretado en unas trescientas hojas en las que hay más que palabras escritas. Hay compromiso, hay muchas noches en vela, hay inseguridades superadas, miedos disimulados, muchas horas de lectura, atrevimiento en los métodos, creatividad en la expresión, y tres años de mi vida dedicados a ella como prioridad. 

    Estoy contenta, sí, pero el hecho de terminar la tesis trae consigo otro tipo de preocupaciones que hace unos años no estaban. ¿Qué voy a hacer después de defenderla? La preocupación no viene exactamente por la cantidad ilimitada de ofertas que se nos presentan cuando acabamos esta etapa. No. Más bien lo contrario. El mercado de trabajo para las personas que nos hemos especializado en la investigación, ya no te digo la investigación en ciencias sociales, se reduce a la nada en los tiempos que corren. 

    En los trabajos técnicos no te cogen porque llevas años dedicándote a la investigación más solitaria que existe en el mundo, así que no somos las candidatas perfectas para trabajar en ONGDs como técnicas; y no hay puestos docentes ni de investigación en la Universidades que cubran la demanda de las personas que se doctoran cada año. 

    Claro que hablo del Estado español. Porque Latinoamérica se presenta como El dorado en términos de puestos de trabajo para doctores y doctoras en ciencias sociales. Por lo que, la incertidumbre se convierte en una duda: ¿Me piro e investigo cobrando un sueldo que se corresponde con la mano de obra que estoy ofreciendo o me quedo y aspiro a trabajar, si acaso, en algo que no está relacionado con toda mi trayectoria profesional anterior? Porque el tiempo que hemos dedicado a investigar y a escribir la tesis es un tiempo trabajado; en muchos casos remunerado, o poco y mal remunerado; y en otros, sin remunerar. Pero en casi todos los casos un trabajo no reconocido ni por la sociedad ni por el círculo más cercano de los y las tesistas. 

    O bueno, está el emprendimiento. El camino que Angie y yo hemos elegido. 

    Pero, ¿para qué hacemos la tesis? Pues hay de todo, me imagino. Habrá gente que empalma la licenciatura con el doctorado porque no encuentra trabajo y es una manera de continuar cuatro años más si tienes la suerte de conseguir una beca, que por otra parte, cada vez está más complicado. 

    En mi caso y en el de Angie es vocacional. Investigar es lo que me gusta e investigar es lo que sé hacer. Y lo que hago bien. A lo que he dedicado mi vida desde 2007 y es a lo que quiero dedicarme en el futuro. Ni buscarme la vida como educadora, ni hacer unas oposiciones para despreocuparme del trabajo. Prefiero arriesgarme y apostar por lo que me gusta. 

    Y tomar esta decisión no va precisamente acompañado por la gran experiencia que es trabajar gracias a las becas. La vida de los y las becarias depende en su totalidad de la persona que las dirige. Es decir, si el director o directora quiere que tu vida sea un infierno lo será y no hay nada que hacer. Si la persona que dirige quiere darte una oportunidad y un impulso al terminar tu investigación la tendrás. Si no, no. ¿Por qué? Pues porque somos muchos y muchas y los puestos son pocos. Todos y todas somos competencia directa, y si hay alguna vocación que se basa en la competitividad esa es la investigación: hay cupos para todo. Para las becas, para los premios, para los congresos, para las publicaciones. Nos educamos en: “si es para ti no es para mí”. Y aún así quiero que me paguen por ser investigadora. Porque no lo quiero como trabajo, lo quiero como empleo y poder ganarme la vida con ello. Con lo que me apasiona y en un ámbito en el que puedo aportar a la sociedad. 

    Gracias a las últimas reformas ahora tenemos algunos meses de paro una vez de que defendemos la tesis. Dedicaré todo lo que tengo para seguir intentándolo. 

    Aurrera Azkorenas ConsultorAs! ¡Adelante Azkorenas ConsultorAs!

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