lunes, 7 de julio de 2014

Agur Azkorenas ConsultorAs: Cambio de aires y nuevos proyectos

Por Angie Larenas y Nerea Azkona

Quridxs seguidorxs:

Este va a ser el último post del blog “Todo Comenzó en Santander” que comenzamos allá en noviembre de 2012 con muchísima ilusión. Durante casi dos años hemos escrito la friolera de 82 entradas y hemos recibido más de 21.000 visitas.

Como todo en la vida, las etapas se suceden y los proyectos se emprenden y se terminan y ahora mismo estamos en esa fase. Vamos a cerrar esta gran etapa en la que hemos sido libres de escribir sobre muchísimos temas en la red con sentimientos encontrados. Por un lado, con pena; y por el otro, con satisfacción de haber hecho un buen trabajo.

No es un adiós definitivo, ya que los caminos en la red son inescrutables y nunca se sabe, pero sí que vamos a dar por terminado este blog que esperamos que siga siendo objeto de búsquedas y que aclare dudas o que os saque alguna que otra sonrisilla.

Nosotras hemos puesto todo de nuestra parte para llegar a todxs vosotxos, y esperamos que así haya sido.


Muchas gracias por la fidelidad y hasta pronto.

El adiós definitivo: Nuevo giro y nos vemos en el sector servicios

Por Nerea Azkona

En 2007, mientras acababa mi licenciatura en antropología, gané un concurso en una universidad para trabajar como técnica de proyectos en dos investigaciones. Así, estuve un año realizando una investigación completa y el trabajo de campo de la otra. Aquello fue el principio de mi andadura en la universidad.

A los tres meses de acabar ambas investigaciones me coloqué en otra universidad como secretaria de un grupo de estudio e investigadora, mientras acababa el máster que me daría en el futuro acceso al doctorado.

Durante esos casi dos años pensé que había encontrado el ámbito al que quería dedicar mi vida laboral. Las condiciones eran más que precarias, pero, en aquel momento, pensaba que con los años mejorarían. De hecho, cuando una amiga mía me contaba que su marido era doctor pero que trabajaba como electricista nunca pensé que aquello pudiera pasarme a mí. Esas cosas siempre le suceden al resto de la gente que no sabe montárselo bien, porque en nuestro caso, consideras que si tragas sapos y culebras en algún momento todo tiene que ir bien.

Bien, con esta maravillosa estrategia de tragar conseguí ulcerar mi aparato digestivo y que los niveles de angustia y estrés devastaran mi sistema nervioso. Parecía que la que no se lo sabía montar era yo: sin contrato(s), sin derechos laborales y no siendo bien tratada en muchísimas ocasiones.

Pero aún no quería darme cuenta, a pesar de que otra amiga mía tomo una decisión que no entendí en su día pero que ahora admiro: ella trabajaba conmigo y obtuvo matrícula de honor en su tesina, hecho que le beneficiaba del primer año de doctorado gratis (lo cual, dependiendo de la universidad, equivale a muchos cientos de euros…). Pues ella decidió dejarlo todo e irse de allí, a pesar de que podía seguir cobrando y de que el próximo año no tendría que pagar nada.

A mí me concedieron dos becas para realizar la tesis. Rechacé una y con la otra he vivido cuatro años. Me cambié de universidad, recuperé mi salud (más o menos) y acabe mi tesis. Defendí y a los 24 días me fui al paro.

Y aunque he trabajado de manera ininterrumpida más de 7 años en la universidad, he disfrutado de 8 meses de paro y de ninguna alternativa.

Durante este tiempo he estudiado idiomas y he probado suerte en puestos de trabajo de la administración y del tercer sector. He ido a 5 entrevistas pero no he conseguido ningún trabajo (en casi todas me recordaron que mi sector era el académico…). Además, he escrito artículos, ponencias y he dado alguna que otra clase magistral. Y todo esto gratis, claro.

Bien, pues a día de hoy puedo decir que mi amor al arte se ha terminado. No pretendo ser académica a cualquier precio ni tampoco a ninguno. Como aspiro a un puesto de trabajo con contrato, he tenido que tomar una decisión: desvincularme totalmente del mundo de la investigación, de la academia y demás actividades relacionadas; véase: realización de ponencias, artículos, post, tuits… o lo que surja.

¿Mi futuro? Aprender otro oficio trabajando en una empresa, un bar, una frutería, un supermercado o un taller. Aquí, lo que surja también.


Cerramos etapa y a buscarse las habas de otra manera.

domingo, 15 de junio de 2014

Una antropóloga estudiando idiomas y su rol de “perro de presa”

Por Nerea Azkona

Cuando estudiamos un idioma estamos obligados a participar en el mismo espacio y tiempo con un grupo de personas con las que, en muchas ocasiones, no tenemos nada en común. Pero no sólo compartimos tiempo y espacio, también conversaciones y por supuesto opiniones, sugerencias, posibles soluciones e ideas (muchas de ellas de bombero, pero eso es otro tema).

Hoy he mirado el informe de las horas que he ido a lo largo de mi vida a algún euskaltegi (tipo de academia en la que se estudia euskera). Sin duda, son más de las que he invertido para pensar, hacer, escribir y corregir mi tesis. Y las que me quedan… Pero hoy el tema no es ese (aunque bien daría para un post o para una terapia psicoanalítica buscando las neurosis relacionadas con dicha práctica…).

Queda sólo una semana para examinarnos. Con este grupo en concreto llevo desde octubre más de cuatro horas al día juntos. Es decir, durante este último año mis compañeros y compañeras han sido las personas con las que más he hablado de todo tipo de temas, incluidos algunos de los que nunca se me habría ocurrido hablar con nadie de manera natural.

Pero, ¿qué sucede cuando una nos relacionamos una media de cuatro horas al día un grupo de personas con todo tipo de perfil personal y laboral?

No sólo me estoy refiriendo a la experiencia de este último año. Desde 2002 he coincidido con muchísimas personas. Con algunas he hecho amistad (y muy buena) y con otras he discutido a muerte en conversaciones tremendamente frustrantes, ya que hacerme entender en un idioma que no domino es una de las peores sensaciones que he vivido en cualquier tipo de academia.

Cuando estudiamos un idioma hay que trabajar la competencia oral y escrita, además de la gramática y el vocabulario. Tanto en el examen de la competencia escrita como en la de la oral, a la hora de su preparación en los centros, salen a colación un montón de temas que hay que ir tratando a lo largo del curso (normalmente controvertidos para que la gente tenga algo que decir). Por ejemplo: tipos de familias, la inmigración, el papel de las mujeres en el mundo laboral y familiar, el aborto o la eutanasia.

Pues bien, no se aceptan opiniones racistas, homófobas ni machistas. Normal, ¿no? Pues sí, debería ser así, pero en mi experiencia en diversos euskaltegis a lo largo de mi vida en ocasiones me he sentido como un bicho raro que tenía opiniones raras, y lo peor de todo, me he ganado la fama de “gresquera”, extremista y loca al intentar defender opiniones cercanas a la igualdad, la interculturalidad, el respeto a cualquier inclinación sexual o el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.

¿Y por qué? Pues porque cuando oigo comentarios en voz alta en momentos dedicados a la conversación grupal tengo que oír cosas como: “los inmigrantes tienen más derechos que nosotros” o “las mujeres no están en puestos de responsabilidad porque igual no quieren ascender” o “es normal que a las mujeres se les toque el culo un sábado”, entre otras lindezas.

En muchos casos no entro al trapo, ya que es muy difícil hacer entender a una persona (en un idioma que no es el de ninguna de las dos) que sus opiniones están basadas en estereotipos, prejuicios o rumores y que en general habla a partir de topicazos que podrían ser desmontados en un momento por una persona con un mínimo de bagaje y de sensibilidad en temas sociales. Y no estoy hablando de personas dedicadas a la academia. Me refiero a personas con un mínimo de civismo.

Y claro, cada vez que algún compañero o compañera suelta alguna de estas perlitas el resto de la clase mira hacia mi rincón esperando una reacción. El problema es que en algunas ocasiones hay personas que están deseando que reaccione a dichos comentarios y me siento un poco mono de feria o perro de presa. ¡Y no me gusta mi rol!

Si dejo pasar los comentarios me da ardor de estómago y si respondo me ponen la típica cara de "ya está la tía esta con sus investigaciones y sus chorradas”, además de la frustración que produce intentar hacer ver una realidad que conozco para que me traten de iluminada.

En definitiva, no sé cuántos años de euskera me quedan en mi vida (y los de inglés, en los que pasa más de lo mismo) pero a estas alturas del cuento sé decir perfectamente la siguientes frases: “el género es una construcción social”, “eso es cultural no biológico”, “¿y los derechos humanos?”, “violencia estructural y sistémica”, “¿qué es lo normal?” y así una serie de frases, que dependiendo del tema a debatir, uso al cabo de la semana más de seis o siete veces.


Miedo me da el tema que nos pondrán en el examen oral y la reacción del o la compañera con la que me toque tener una discusión, ya que el hecho de que no sean admisibles las actitudes y comentarios acabados en “istas” no me produce ningún consuelo, porque con un “pero” y hacer una frase subordinada se soluciona.

lunes, 9 de junio de 2014

Sobre la monarquía. El peso del simbolismo o el anacronismo institucional.



Por Angie Larenas

La abdicación de Juan Carlos de Borbón, Rey de España, el pasado 2 de junio, ha generado la coyuntura perfecta para que se instaure públicamente el debate sobre el futuro de la monarquía. En efecto, desde ese día se han venido sucediendo manifestaciones que abogan por su fin. 

Básicamente, lo que piden numerosas organizaciones sociales, partidos políticos y ciudadanos y ciudadanas, es que los pueblos del Estado español puedan decidir en referéndum si desean continuar con el sistema monárquico actual o cambiar el curso de la historia e instaurar la III República. 

La monarquía es un objeto anacrónico en una sociedad democrática. Así lo veo yo. Representa lo más arcaico de la política. Además de que es injusto que en el mundo actual una persona goce de todos los privilegios solo por pertenecer a determinada familia, y que además sea venerada por ello.

Es cierto que la función del Rey es fundamentalmente simbólica porque su poder se encuentra muy limitado por la Constitución. Pero, ¿qué necesidad hay en el contexto actual de dilatar la existencia de una institución cuyo peso es puramente simbólico? O más, ¿por qué perpetuar la existencia de una institución que ha caído en el descrédito social por su falta de transparencia, escándalos de corrupción, distanciamiento de la base social, etc.?


Fuente: Viñeta de Manel Fontdevila (portada censurada de El Jueves)


Durante décadas la legitimidad del Rey ha descansado, en gran medida, en su figura como “artífice de la transición a la democracia”. Pero ¿de qué legitimidad goza Felipe VI? Su figura necesita su propia construcción legitimadora que haga olvidar un poco el desencaje social de una institución inmóvil y anacrónica, y resalte su valor simbólico. He aquí, en mi opinión, el gran desafío de la monarquía.

Por otro lado, quienes abogan por un cambio y por la alternativa republicana se enfrentan a una realidad. La potestad para decidir sobre la posibilidad del referéndum la tienen las Cortes Generales. Pero, como ya sabemos, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE) han dado su apoyo a la sucesión monárquica, y ambos partidos, por ejemplo, ocupan 266 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados, lo que hace muy difícil que salga adelante dicho referéndum. 

Esta realidad hace más necesaria la movilización popular como elemento de presión para lograr ese referéndum. 

Y les dejo aquí, con el Art. 92 de la Constitución:
  1. Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos
  2. El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados
  3. Una ley orgánica regulará las condiciones y el procedimiento de las distintas modalidades de referéndum previstas en esta Constitución.

martes, 3 de junio de 2014

Voces del baloncesto femenino en España: Ainara Ramasco y Miren Agirregoikoa (Segunda parte)

Por Tamara Lucarini
Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración (EHU/UPV)
Master en Estudios Feministas y de Género (EHU/UPV)

Por Carlos Pulleiro
Investigador pre-doctoral en Estudios Internacionales (EHU/UPV)


Situación económica del baloncesto femenino (continuación)
El sacrificio y el amor al deporte es lo que hace que las jugadoras continúen. Ainara recuerda, “el año pasado que íbamos a jugar por ejemplo a Barcelona -ir, jugar y volver en una furgoneta- era una paliza. Las americanas se sorprendían: «¿8 horas en una furgoneta, juego y luego vuelvo?» Igual alguna lo rechaza pero aquí no se ha dado”. Miren recalca que “ahora, tal y como están las cosas, las jugadoras miramos más si se nos paga a fin de mes que las condiciones de viaje o la comida -un bocata en lugar de un menú-. Lo haces, te molesta en el momento pero lo haces, preferimos cobrar a fin de mes. Pero no solo nosotras sino todo el mundo”.
Y es que no se puede obviar que la crisis ha afectado enormemente al mundo del deporte, especialmente al femenino, como muestra la desaparición del Ros Casares en 2012 (el equipo de baloncesto femenino más laureado de España, ganador de 8 de las últimas 12 ligas que disputó y que en su último año se alzó con la Euroliga). “Un equipo referencia para muchos clubs desaparece cuando ha quedado campeón de Europa. Que desaparezca un club así y que nadie haga nada para que no desaparezca...” Ainara lo compara con la situación del Bilbao Basket donde “la Diputación ha hecho todo lo posible para que no desaparezca. Sí que se ve diferencia, pero en general ha bajado todo. Hay muchos equipos que no pagan, jugadoras que se van de equipos sin haber cobrado lo que se les debe.”
Ambas recalcan que a diferencia de otros países, en España “económicamente el baloncesto femenino está muy mal. Hay jugadoras que están jugando sin cobrar”. Mientras, en Turquía o Corea del Sur las jugadoras gozan de una situación privilegiada: “Las noticias que tenemos -sobre una ex-compañera- es que le suben el desayuno, la comida, lo que quiera al apartamento. Tienen un apartamento para ellas solas, un chofer, el sueldo es 10 veces más de lo que cobraba aquí. Al final claro que se ven diferencias, mucha gente se está yendo a jugar allí”. La emigración deportiva femenina no es exclusiva del baloncesto, también sucede en el futbol o en el balonmano, por ejemplo.
No obstante, las dificultades no son las mismas para todos los equipos. Dentro de la lógica competitiva los que más destacan suelen ser aquellos que más presupuesto manejan. Así, frente a los aproximadamente 200.000 euros de presupuesto del Ibaizabal de esta temporada, el Perfumerías Avenida de Salamanca cuenta con el doble, en torno a los 400.000-500.000€ y que es solo la mitad de los 900.000€ de presupuesto de la temporada anterior. Así, la crisis está generando una igualdad económica a la baja en los equipos y a pesar de esta tendencia, las jugadoras del Perfumerías o el Rivas Ecópolis de Madrid (reciente campeón), continúan cobrando más que las jugadoras mejores pagadas de la gran mayoría de los equipos de la liga.
En estas dificultades económicas tampoco hay que perder de vista que el baloncesto es uno de los deportes que cuenta con más seguidores en el Estado, por lo que dentro de la discriminación hacia el deporte femenino el baloncesto no sale tan mal parado. En este sentido Miren recalca que “puede haber una gran espadachina, pero estoy segura de que no va a tener las mismas oportunidades, ni el tirón que vayamos a tener nosotras. En el masculino hay diferencias entre deportes, en el femenino también”.

Miren Agirregoikoa (de rojo), autor: Carlos Bernad

Responsabilidad ante la desigualdad en el deporte
El Ibaizabal femenino, que también cuenta con secciones masculinas, se establece como la punta de lanza del club y reciben un trato como tal. El equipo masculino es consciente de que están en una categoría inferior. “Es una realidad, no es que estemos en la misma categoría y se nos apoye más, es que por narices tenemos que tener más apoyo nosotras. Nos llevamos muy bien, algunos chicos vienen a entrenar con nosotras”.
En el baloncesto esta situación es excepcional, ya que solo el Sedis Basquet cuenta también con categorías de ambos sexos, y en la ACB los equipos no cuentan con secciones femeninas en sus organigramas, lo cual contribuye a distanciar aún más la liga masculina y la femenina. Como se ha expuesto recientemente en un artículo de Ana Requena[1], el Real Decreto de Federaciones Deportivas de 1991 afirma que "no podrá existir más que una liga profesional por cada modalidad deportiva y sexo en el ámbito estatal". Es decir, que se anula la posibilidad de que exista una liga profesional por cada sexo, primando las ligas masculinas y dejando en la cuneta a las femeninas, en la que las garantías para con las jugadoras son claramente inferiores.
Ante la ruptura entre el deporte femenino y masculino en todos los niveles (normativa, económica, mediática…) es necesario plantear quién ha de contribuir a remediar esta situación. En primera instancia las federaciones deportivas que deberían ser las principales interesadas e impulsoras de las medidas para favorecer la igualdad en el deporte, no se implican adecuadamente en promover el deporte femenino. Por ejemplo en el baloncesto, económicamente lo primero de todo es el aval a pagar para la federación, siendo ésta indiferente ante las deudas que puedan tener esos clubs con las propias jugadoras o las agencias de viajes.
Asimismo, el Real Decreto de 1991 que condiciona la profesionalización del deporte femenino, no tiene una contestación activa por parte de las propias federaciones. Tampoco es equiparable la promoción o difusión del deporte femenino al masculino. En Euskadi, por ejemplo, se ha podido ver cómo la sección masculina se marchaba a jugar a Argentina en 2011, mientras la selección femenina se quedaba en el Estado español tras prometerlas un viaje al exterior. Las jugadoras evidentemente protestaron y el año pasado acabaron disputando un partido en Senegal.
Pero la desigualdad en el deporte no es un asunto exclusivo de las federaciones. La capacidad de obligar a éstas a aplicar políticas deportivas de igualdad reside también en los poderes públicos y no se está viendo ninguna voluntad al respecto. Tampoco estos organismos ejercen su papel de difusión al ignorar los medios de comunicación públicos la existencia del deporte femenino, que no rompe con el “TV Sport System” del que se ha hablado en la primera parte del artículo. El manejo de los horarios y la cobertura en los noticiarios y programas deportivos públicos continúan con el arrinconamiento mediático del deporte femenino al igual que sucede en las cadenas privadas.
En definitiva, los medios de comunicación del Estado no ejercen la función de servicio público al cual están destinados. Ainara comenta al respecto: “Al final es lo de siempre ¿Cuánta gente ve un partido de baloncesto femenino y cuánta ve un partido de ACB? Mucha gente lo hace -ver baloncesto femenino- y por ello estamos aquí, pero ¿Cuándo lo dan? Es todo dinero por el que se vea más el futbol masculino ¿Cuándo lo dan? Pues un viernes o un sábado a las 8 de la tarde. Femenino, un domingo a las 12 de la mañana”.



[1] http://www.eldiario.es/economia/Jugadoras-primera-trabajadoras-segunda_0_236226540.html

domingo, 1 de junio de 2014

Voces del baloncesto femenino en España: Ainara Ramasco y Miren Agirregoikoa (Primera parte)

Por Tamara Lucarini
Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración (EHU/UPV)
Master en Estudios Feministas y de Género (EHU/UPV)

Por Carlos Pulleiro
Investigador pre-doctoral en Estudios Internacionales (EHU/UPV)


La precariedad envuelve al deporte femenino en el Estado español, las cifras económicas y deportivas que manejan no pueden compararse con el deporte masculino. La discriminación en los medios de comunicación es una realidad y la excusa para mantenerla es la habitual: el deporte femenino carece de interés, casi nadie va a ver sus eventos y por tanto los patrocinadores, principales financiadores de los clubs, invierten cantidades mucho menores que las que puedan aportar a los equipos deportivos masculinos.
Además, no se puede olvidar que los medios de comunicación juegan un papel central catalogando lo interesante de lo no interesante en el espectáculo deportivo mediante su programación. El horario de las emisiones de los encuentros, la presencia prácticamente nula en los informativos de máxima audiencia o el tono de los medios refuerzan ese aislamiento del deporte femenino; y es que los anunciantes están más interesados en perpetuar el rol de las mujeres como meras consumidoras y no como deportistas. En este esquema del “Tv Sport-system” el dinero que llega a los clubs y a las deportistas es escaso y a veces prácticamente nulo, por lo que al ejercer la práctica deportiva las deportistas se han de sumir en una fuerte exigencia diaria.
Para ver más de cerca este retrato del deporte femenino realizamos recientemente una entrevista a Ainara Ramasco (4-8-1989) y Miren Agirregoikoa (2-10-1987), jugadoras del Ibaizabal Saskibaloi Taldea de Galdakao, club que ha pertenecido este año a la máxima categoría del baloncesto femenino. “Se ha de ser muy puntera para vivir de ello con tranquilidad” recalca Miren, “hay muy pocas jugadoras que puedan decir: «mira, vivo de ello y no necesito trabajar y no voy a necesitarlo».
Ambas jugadoras siempre han estado buscando una salida paralela al baloncesto profesional, pues a pesar de que han llegado a la categoría máxima nunca habían contemplado a priori que pudieran vivir del baloncesto. Así y todo el deporte está siendo para ellas un recurso económico y de experiencia vital, que les ha permitido salir de casa de sus padres o ganar sus primeros salarios. Como explica Miren “la profesionalización del deporte para mí ha sido un salida, este año estamos cotizando y yo no había cotizado nunca por jugar al baloncesto”. Las deportistas se encuentran así en un limbo situado entre el deporte profesional y el amateur en relación a los ingresos.
Tanto Ainara como Miren se desarrollaron baloncestísticamente en el Ibaizabal, club formado en 1983 que fue poco a poco adquiriendo una notable presencia femenina con importantes éxitos. En 2001 consiguen el ascenso a la 1ª División Nacional, en 2008 logran alcanzar la Liga Femenina 2, y el 14 de abril de 2013 se culmina la escalada con el ascenso a la Liga Femenina.
A través de esta progresión se producen cambios importantes. Ambas jugadoras fueron observando como ya en primera nacional llegan los primeros fichajes internacionales. “A las americanas se las llamó para que vinieran a jugar aquí” afirma Ainara, “con representante y todo. Luego ya asciendes y ves que el tema es mucho más profesional, que todos los equipos traen a americanas, nacionales, viajes, te fichan…” apuntilla Miren.
Los ascensos conllevan más recursos. “Te empiezan a pagar algo”, pero los fichajes internacionales implican a su vez el reconocimiento del mercado del éxito. Como describe Miren “al final eres de casa y nunca te valoran igual. Bueno al final es normal, ya que no puedes tirar de 12 extranjeras. Te empieza a picar el gusanillo -de la profesionalidad- y cuando me llamaron para jugar fuera yo no lo pensé”.


Ainara Ramasco, autor: Carlos Bernad

Día a día en el baloncesto femenino
Miren una vez acabada la carrera de Enfermería fichó en 2009 por el Universitario Ferrol y posteriormente se fue a jugar a Ibiza, viviendo tres años fuera de casa antes de regresar a Galdakao. La vida deportiva de Ainara en cambio continúa marcada por sus estudios y no se plantea considerar ofertas hasta que acabe su graduación en Administración y Finanzas. Estudiar supone un esfuerzo extra que se suma al del baloncesto profesional, con entrenamientos de cuatro mañanas y cuatros tardes, fines de semana alternos fuera de casa, etc. Y aunque la UPV designa un tutor a las y los deportistas de élite para que les ayuden en la comunicación con el profesorado o con la gestión de horarios y trabajos, compaginarlo todo es muy complicado y agotador.
En este sentido el club también es flexible en épocas de carga lectiva y avisando permite faltar a entrenamientos, pero la doble carga suele estar presente. Miren, que hace un master relacionado la enfermería procura no parar nunca. Como enfermera no es inmune a los recortes, trabaja en verano y durante la temporada se centra en el baloncesto.
Ambas no son una excepción ya que para muchas deportistas las vías alternativas al deporte son una constante, pues las salidas profesionales para una mujer que quiera dedicarse a su deporte son muy difíciles. Incluso en este caso prolongar sus carreras vinculadas al baloncesto, como en la FEB (Federación Española de Baloncesto) por ejemplo, está limitado solamente a las más punteras, “gente como Amaia Valdemoro. Pero es muy difícil” expone Ainara.

Apoyo y situación económica del baloncesto femenino
 La exigencia es alta y el apoyo es importante y a ellas nunca les ha faltado. Su entorno más cercano aun remarcando que no olviden sus estudios, siempre las han apoyado y éstas nunca han dudado en continuar. El Ibaizabal es un equipo modesto pero que ha despertado un gran apoyo en la localidad. Los partidos cuentan con una gran afluencia de público y no hay ninguna queja. “Con nosotras se han portado, no tenemos nada de que quejarnos en cuanto al ayuntamiento, Bizkaialde[1], gente que nos viene a ver, gente que nos apoya… Este año hay más socios que el año pasado, peñistas del Bilbao Basket que han venido y han hecho una peña del Ibaizabal. Se ha involucrado mucha gente.”
Miren recuerda que en comparación con Galdakao, “en Ferrol y en Ibiza apenas se vivía el baloncesto. En Ferrol apenas iban 30 personas a verlo, los de siempre, los padres de algunas juniors…” También reconoce que “según los años pasan somos más respetadas” pero a pesar de esto, las condiciones materiales siguen estando asociadas a la precariedad. “Entrenamos en el pabellón municipal y eso condiciona horarios por ejemplo. Nosotras somos un equipo de élite, de primera división. El año pasado entrenábamos en módulos. Por ello, el club pedía para este año un horario y entrenar todos los días o casi todos los días en cancha completa. Nos lo han dado, pero entrenamos de 21:30 a 23:30 de la noche…y lo ideal quizá para una deportista de élite es entrenar de 19:00 a 21:00 que tienes tus horas para descansar, para cenar a las diez de la noche y no a las doce cuando llegamos a casa. Pero al final es a lo que te atas, si de lo que vives te dan a esa hora pues…”




[1] Institución que concentra fondos públicos  y privados destinados a coordinar los esfuerzos económicos de los patrocinadores del deporte

domingo, 25 de mayo de 2014

Hablando de violencia: No hay soluciones simples para realidades complejas

Por Nerea Azkona

Si hay un adjetivo que cuadra con el mundo actual en el que vivimos es el de complejo. Las definiciones y los términos se han vuelto complejos y lo mismo sucede con la resolución de problemas y conflictos y con la búsqueda de sus posibles causas y soluciones. Por lo tanto, actualmente no es válida ninguna explicación simple que responda a la realidad.

En este sentido, Feixa y Ferrándiz definen la violencia como un fenómeno de múltiples caras y anclajes en distintas realidades históricas y sociales, y por ello creen necesario segmentarla en modalidades significativas para comprender, de esta manera, su complejidad. Parten de la definición de violencia de Gramsci, el cual la entiende como relaciones de hegemonía y subalteridad.

Todavía hoy se tiende a definir la violencia como el uso agresivo de la fuerza física por parte de unos contra otros, pero debemos tener en cuenta que hay otras formas de agresividad no física, como la verbal, la simbólica o la moral, que pueden hacer incluso hasta más daño. Además, para los y las científicas sociales es tan importante observar la violencia en sí, como comprender la visión que los actores tienen de ella (categoría emic).

A pesar de que las dimensiones de la violencia no deben considerarse como auto-excluyentes, sí que encontramos distintas tipologías; por ejemplo, la violencia política; la violencia estructural (Galtung); la violencia simbólica (Bourdieu); y la violencia cotidiana o diaria, la cual, según Scheper-Hughes, crea un ethos de la violencia. De esta última podemos decir que casi todas sus formas (de la delincuencia al suicidio) tienen sus bases en la estructural.

A partir de esta reflexión sobre la violencia y sus distintas caras, ¿podemos concluir que existen buenos y malos?

Si nos paramos a pensar un momento nos daremos cuenta de que la ficción literaria y cinematográfica nos ha dividido el mundo en dos mitades: los que luchan por el bien y los que luchan por el mal (nótese que ambas partes luchan...). Además estas obras nos suelen invitar a posicionarnos a favor de los débiles, que coinciden, en un principio, con los buenos, que deciden levantarse en armas para defenderse de un enemigo que les extorsiona, explota, viola y/o mata sin prejuicio. En estos casos, la violencia de “los buenos” está justificada por ser en defensa propia, o por ser por un bien mayor, o por ser por un bien común; además, les dignifica como héroes o mártires, mientras que “los malos” atacan por el regocijo que les ofrece la violencia en sí misma movidos por la ambición y el poder.

Por desgracia este esquema no sólo lo utilizamos a la hora de ver películas o de leer libros, sino que lo usamos a la hora de calificar y organizar cuantas noticias y eventos llegan a nuestros oídos. Pero, ¿son los buenos solamente buenos y los malos solamente malos? ¿Pueden los analistas sociales analizar los conflictos desde esta perspectiva dualista? Obviamente no...

Como ya he mencionado en otras entradas sobre hermenéutica, Geertz define la antropología como “tortugas sobre tortugas”, o lo que es lo mismo y quiere significar este símil: interpretaciones de interpretaciones.

Adentrándonos más en el mundo de la antropología de la violencia y del sufrimiento, en este caso, lo que la violencia crea es un círculo vicioso de violencia, en el que los motivos para llevarla acabo ya están olvidados, y donde la violencia que dignifica deja de hacerlo.

Entonces, yo definiría los estudios de antropología de la violencia en vez de estudios de tortugas sobre tortugas, como estudios de víctimas sobre victimarios sobre víctimas sobre victimarios, y así indefinidamente… porque, después de un conflicto donde todo el mundo ha perdido algo: quién es el bueno; quién es el malo; quién tiene la razón última y la verdad; qué lo avala y con qué medios; cómo se ha llegado a esta situación; por qué...

Con esta entrada no he pretendido reflexionar sobre si hay muertes justas o sobre el término contradictorio de guerras preventivas, o sobre si la violencia se puede justificar, en que momento sí y en cuales no, o sobre qué es lo que nos hace víctimas y qué es lo que nos hace verdugos... sino que quiere ser una llamada de atención a la hora de leer los periódicos y de ver la noticias, ya que tenemos que ser capaces de interpretar los hechos sin caer en el simplismo y en las conexiones fáciles, esa dualidad heredada del cine y la literatura, que no deja que nuestra mente quede abierta para pensar todas las partes del conflicto sin prejuicios...

Referencia:
Ferrándiz, F. & C. Feixa, (2004), “Una mirada antropológica sobre las violencias”, Alteridades 14(27): 149-163.


lunes, 19 de mayo de 2014

Sobre matices y diversidad: desmontando estructuras mentales.


Por Angie Larenas

Las estructuras mentales que nos ayudan a catalogar el mundo comienzan a asentarse en nuestros cerebros desde muy temprana edad. Tanto es así que puede ser muy difícil hacer entender (quizás porque una no se explica bien, que es posible) a niños y niñas que una persona puede ser “chico” en algún momento de su vida y en otro decidir ser “chica”… y dejarse barba si le da la gana.

El Sábado 9 la austriaca Conchita Wurst ganó el Festival de Eurovisión y le puso color a un festival de por sí bastante descolorido y uniforme. En casa, el festival pasa cada año sin penas ni glorias, pero esta vez, al enterarme quién había ganado fui y pinché el vídeo, y me encantó.

Días más tarde, mi hija me contó que en el cole hablaron sobre Conchita Wurst, sorprendida porque la profesora le mostró una foto y sí, era cierto, ¡la chica tenía barba! Aproveché la oportunidad para que habláramos sobre las apariencias, la identidad sexual y otras cosas importantes. 

Grande fue mi sorpresa al darme cuenta que era difícil para mi hija entender que alguien pudiera querer dejar de ser chico o chica y cambiar. Y que efectivamente Conchita Wurst había sido un chico, pero ya no lo era. Por suerte, la canción es tan clara que todo lo que yo le contaba se podía resumir con algunos de sus pasajes.



Entonces recordé lo de las estructuras mentales, esas que nos hacen ver las cosas en blanco y negro y que dificultan la percepción de los matices; su comprensión y su aceptación también. Y Conchita Wurst es precisamente eso, un matiz.

En este caso, lo que me gustaría resaltar, sobre todo, es que es importante trabajar por desmontar la rigidez de nuestras formas de pensar y de percibir el mundo; que la niñez es una etapa crucial para educar en la aceptación de la diversidad, al mismo tiempo en que aceptamos que somos expresión de esa diversidad; que nunca es pronto –y nunca es tarde- para explicar “las cosas del mundo”; y, sobre todo, que tenemos mucho que aprender.

Ahora, a menos de una semana de las elecciones al Parlamento Europeo creo que la actuación de Conchita Wurst, con su mensaje político y su irreverencia, debiera ser una oportunidad para pensar en la Europa de la inclusión y la diversidad, en la de los matices y la apertura, esa que muchos quieren, pero que otros tantos amenazan con quebrantar.

domingo, 11 de mayo de 2014

El extraño caso de una investigadora en Lanbide

Por Nerea Azkona

No era la primera vez que iba al Servicio Vasco de Empleo (Lanbide), pero para las funcionarias que me atendieron sí que fue la primera vez que veían a una investigadora en vivo y en directo.

Tenía hora a las 10 y media de la mañana para pedir la prestación por desempleo y quería aprovechar el día y llevar mi curriculum junto con todos los títulos y certificados, para poder completarlo en su base de datos y que de esa manera pudieran llamarme de algún trabajo.

La primera duda fue: ¿Dónde llevo todo lo que acredita lo que he hecho a lo largo de mi vida laboral? Siete años trabajando en la universidad da para mucho papel (creo que podría reconstruir un alcornoque con todos los títulos, titulillos y titulotes que llevan mi nombre): los títulos, las certificaciones de participación en proyectos de investigación y las ponencias en congresos, las publicaciones, expedientes, contratos de trabajo, cursos y cursillos varios, y más que ni yo misma sabía que tenía.

Llego y le pregunto a la funcionaria que me atiende si cree que nos dará tiempo en dos horas, ya que no podía llegar tarde a la otra cita. Me miró con cara de “¿Pero tú qué te piensas que vamos a hacer?”. Bien, me sobró un minuto, y porque de la mitad de las cosas que llevaba no se dejó constancia en el ordenador.

¿Por qué? ¿Cuál es el tema? Como todo está informatizado de tal manera que las categorías que existen son fijas, casi todo lo que soy no está catalogado por Lanbide (ni por el Instituto Nacional de Empleo (INEM)). Un ejemplo:

- ¿Qué eres?

- ¿Lo que he estudiado o de lo que he trabajado?

- Lo segundo.

- Ok. Soy investigadora.

- Mmmmm,… a ver… dónde está,… no sé,… ¿De qué tipo de investigación estamos hablando?

- Investigadora social especializada en migraciones.

- Bien, porque el tema de los huesos no está registrado, ¿vale?

(Mi cara empieza a ser un poema y la funcionaria empieza a pelearse con el teclado del PC)

- Yo trabajo con vivos, de momento… trabajaba en la universidad haciendo estudios sociológicos

- ¡Ah, mira! ¡Aquí está la categoría de investigador!

- ¡Bien! (Alivio)

- Espera, espera, espera… no eres detective privado, ¿verdad?

- Ehhhh… ¡Pues no! Ni huesos, ni cazatesoros, ni investigadora de cuernos

- Pues no voy a poder ponerlo… ¿cómo quieres que te defina?

- Pues, soy antropóloga y doctora en estudios internacionales, pero claro, el ordenador no va a tener ni idea ni de una ni de la otra… ¡no sé qué decirte!

- ¿Profesora de instituto?

- Pues tengo el CAP pero nunca he dado clases en un instituto.

- ¿Maestra?

- ¡Eso sí que no! Yo no tengo hecho magisterio, si quieres busca educadora social, como mucho…

- Pues… ¡Espera! ¡Existe la categoría de sociólogo!

- En fin… todo sea por no dejarlo en blanco… pero, claro, yo no tengo la carrera de Sociología, ¿eh?

Bien. Una vez superada mi definición laboral (diez años de mi vida resumidos en “sociólogo” en masculino singular) vienen los títulos, contratos y demás cosillas. No había, por supuestísimo, cabida para nada. La muchacha me miraba como si le estuviera hablando en chino y me propone no meter nada de lo que había llevado y poner en “otros” los links a mi perfil en las redes sociales de academia.edu y a LinkedIn. Muy profesional… Kilos de papel trasladado para nada.

Y al final tuve que elegir cinco profesiones con sus etiquetas fijas de las que me gustaría recibir ofertas de empleo: antropóloga (no existe), investigadora social (no existe), especialista en migraciones o en cualquier cosa por el estilo (no existe), ¿politóloga? (¡no existe! ¡Qué sorpresa!). Me quedo con socióloga y con educadora social, de lo que ejercí con un contrato en prácticas cuando acabé la diplomatura. ¿Y las otras tres? Pues profesora de instituto (ya que la mujer me insistió desde que me senté en la silla que ese era mi futuro) y un largo cri cri cri.


Obviamente, después de cinco meses no me han llamado de ningún sitio; gracias al CV que me hicieron en la oficina de empleo tampoco me extraña. Y digo yo: viendo un poco cómo está el percal en lo que se refiere a la investigación en este país… ¿A nadie se le ha ocurrido que se podría hacer una bolsa de expertos con variables e indicadores (semi)abiertos? Porque claro, Lanbide estará lleno de ¡¡¡sociólogos!!! Ya que no existe ninguna otra categoría para ciencias sociales “hermanas”. Eso sí, no sé qué tanto por ciento de “Monk”s (detective de una serie americana con TOC que ayuda a la policía a resolver casos) habrá por ahí viviendo como detectives privados, ¡ellos sí que tienen su casilla!

lunes, 5 de mayo de 2014

Lenguaje y sexismo, cuando las mujeres somos invisibles.



Por Angie Larenas

Desde hace un par de semanas estoy realizando un curso on-line sobre liderazgo y motivación. En el curso la mayoría de quienes estudiamos somos mujeres (más de veinte mujeres y tres o cuatro hombres).

Pero en el material del curso pareciera que no existimos. La alusión permanente es a “el líder” o “los líderes”. Los ejemplos son marcadamente masculinos, y hasta donde he podido llegar (voy más o menos por la mitad) solo ha habido un párrafo donde algún teórico hace referencia a los beneficios del liderazgo femenino y otro donde explican si existen o no diferencias de liderazgo según el sexo.

Digo “algún teórico” porque, siguiendo la tónica del curso, me atrevo a pensar que la abrumadora mayoría de las personas citadas en las distintas clasificaciones, teorías y ejemplos utilizados son hombres. Aunque al mismo tiempo me niego a pensar que el mundo del liderazgo sea esencialmente masculino.

Hablando en términos del curso, me “desmotiva” el hecho de que nos introduzcan en los temas del liderazgo haciendo tan evidente el uso sexista del lenguaje. Estudiamos la importancia de cuestionar, crear, actuar, participar, democratizar, etc., para ejercer un liderazgo efectivo y generar motivación para el buen funcionamiento de las organizaciones. Sin embargo, en mi opinión, cada uno de esos términos pierde el peso de su significado si no se hace evidente que quienes ejercen ese liderazgo pueden ser hombres y mujeres. 

Es decir, ¿cómo cuestionar, crear, actuar, participar, democratizar, etc., invisibilizando?




Por esa razón, propongo tres recomendaciones para evitar un uso sexista del lenguaje en cursos como este, pero que quizás nos puedan servir en distintos momentos de nuestras vidas: 

- En vez de utilizar la expresión “el jefe”, “el líder”, “el motivador”, etc., utilizar “la persona que lidera”, “el jefe o la jefa”, “el o la motivadora”, “líder o lideresa”… existen múltiples combinaciones.

- Llamar a las personas que citamos por su nombre y apellido, así no caemos en el androcentrismo de pensar que quienes piensan son hombres.

- No decir “el hombre” cuando se hace referencia a toda la humanidad. Las mujeres también somos parte de, actoras sociales, sujetos…

Es importante atajar el lenguaje sexista para eliminar su carácter excluyente. No es tarea fácil. Nuestras estructuras mentales se resisten a la transformación (las mías, al menos). 

El lenguaje es fundamental para nuestra comunicación. Permea nuestra mente, nuestras actuaciones y sentimientos; incide en la manera en que percibimos el mundo. Por eso, si continuamos reproduciendo un lenguaje sexista ayudamos a perpetuar la invisibilidad de las mujeres.

Pero considero que pequeños pasos como las tres recomendaciones anteriores pueden marcar la diferencia entre la reproducción acrítica de este tipo de lenguaje y la conciencia de su existencia, que sería, podríamos decir, el primer paso.



Algunas guías de lenguaje no sexista (hay muchas más):
UNED 



domingo, 6 de abril de 2014

Una visión antropológica sobre las creencias y los mitos

Por Nerea Azkona

Se acerca la Semana Santa cristiana, en la que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. En muchos lugares del mundo se celebran con gran devoción numerosas actividades litúrgicas y muestras de religiosidad popular como las procesiones y las representaciones de La Pasión.

Éstos, como gran parte de otros fenómenos religiosos, conforman distintos rituales, que no son hechos sin sentido, sino que se llenan de significado en base a un sistema de creencias, conformado a partir de una cosmología y un sistema de valores.

Desde la antropología se conciben las creencias como sistemas interpretativos básicos, lo que significa que el ser humano necesita una serie de interpretaciones que le permitan tanto estar como ser con sentido. De este modo, estos sistemas articulan los mundos interiores que están detrás de la realidad tal y como la observamos, dando respuesta al por qué de las cosas, fundamentándose y proyectándose en credos que permiten que sea compartido, transmitido y proclamado.

Por lo tanto, toda creencia está culturalmente formulada; esto es, son métodos de conocimiento que varían en cada sistema cultural. Para los y las antropólogas la cuestión fundamental es la relación entre las creencias, los comportamientos y las estructuras sociales. Es por esto que los sistemas de creencias son tan poderosos, ya que prescriben lo que hay que hacer para que todos sus miembros crean y actúen del mismo modo evitando la anomia.

Formando parte de este sistema de creencias nos encontramos con los mitos. De hecho, no hay religión sin mitos, ya que, en los inicios, la existencia de estos es previa a los dogmas.

El mito es una narración imaginaria que cumple ciertas funciones y que son considerados creencias en lo sobrenatural fruto de la actividad simbólica del ser humano. Así, necesitamos estas construcciones metafóricas para expresar lo que no es perceptible por medio de los sentidos.

En definitiva, los mitos son formas de saber que dan sentido, orientan y contribuyen de manera directa y eficaz a construir el mundo real, cubriendo necesidades mentales para pasar de la cotidianeidad a dimensiones más profundas.

En este sentido, lo mítico, al igual que lo lógico, pertenece al equipamiento del ser humano y ambos conceptos son formas complementarias e imprescindibles para entender la manera en la que las personas explicamos la realidad. Por lo tanto, resulta tan irreal el mito sin referencia al logos, como el logos sin referencia al mito.


Con esta entrada nos despedidos hasta después de las vacaciones de primavera. Muchas gracias por todas las visitas recibidas (¡que ya suman casi las 20.000!) y por seguir apoyándonos en nuestro proyecto. ¡Hasta pronto!

domingo, 30 de marzo de 2014

La cooperación al desarrollo española y la Ayuda Oficial al Desarrollo: ¿Desmantelamiento de la política?

Por Nerea Azkona

El mes pasado publicamos un post sobre la Ley deExtranjería española deteniéndonos en las numerosas modificaciones que ha sufrido en un breve periodo de tiempo.

Como la Serie Sinergias trata sobre el vínculo entre la migración y el desarrollo, la entrada de hoy está dedicada al sistema de cooperación del Estado español.

No hay que perder de vista que no fue hasta el año 1991 en el que el Estado español se incorporó al Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE. Este hecho fue el que le consolidó como país donante dentro del sistema internacional de cooperación.

Seis años antes, en 1985, fue aprobada una nueva estructura orgánica del Ministerio de Asuntos Exteriores, que supuso la creación de la Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica (SECIPI). Este fue el primer paso español en relación a la cooperación.

El Real Decreto 1527/1988, de 11 de noviembre, reestructuró la SECIPI, y creó la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), a la cual se le encomienda propiciar el desarrollo económico y el progreso social, cultural, institucional y político de los Países en Vías de Desarrollo y, en especial, de los de Iberoamérica, así como favorecer el estrechamiento de los lazos de entendimiento y cooperación entre los países desarrollados, especialmente de los integrados en las Comunidades Europeas. La Agencia tiene personalidad jurídica pública diferenciada, patrimonio y tesorería propios, y autonomía de gestión y funcional.

En 1996, se reestructuró la Agencia y en 2008 pasó a denominarse de forma oficial Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

En julio de 1998, se adoptó la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo (LCID), lo que implicó un salto significativo en la política de cooperación que había ido adquiriendo un peso cada vez mayor en el conjunto de la política exterior española. A diferencia de la Ley de Extranjería, esta otra no ha sufrido cambios a lo largo del tiempo y tiene competencias cedidas a las Comunidades Autónomas.

“La cooperación española impulsará procesos de desarrollo que atiendan a la defensa y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, las necesidades de bienestar económico y social, la sostenibilidad y regeneración del medio ambiente, en los países que tienen elevados niveles de pobreza y en aquellos que se encuentran en transición hacia la plena consolidación de sus instituciones democráticas y su inserción en la economía internacional” (Artículo 1).

La LCID otorga a la lucha contra la pobreza el rango de objetivo último al que se debe encaminar la AOD. No obstante, como dice Alonso: “Cualquier análisis que se realice sobre la ayuda española revela el limitado papel que ese objetivo tiene en la orientación efectiva de sus acciones”.

Después de siete años consecutivos de incrementos, en el 2009 la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) española experimentó su primer descenso en los desembolsos. Así pues, en 2009 se ejecutaron 283 millones menos y en 2010 la cooperación disminuyó otros 667 millones.

El sector de la cooperación al desarrollo experimentó otro duro golpe en 2012, cuando el presupuesto cayó un 40% respecto a lo que inicialmente se había establecido, descendiendo de un 0,51% de PIB a un 0,23%.

Es decir, en cuatro años el presupuesto para cooperación ha bajado un 70%. Por desgracia, y con los presupuestos generales en la mano podemos decir que la tendencia no sólo se mantiene sino que se incrementa. Concretamente, el Ministerio que dirige José Manuel García-Margallo en su conjunto ha visto reducido un 10% su presupuesto con respecto al 2012. Sin embargo, mientras que el cómputo destinado a la acción exterior del Estado aumenta en casi 3 millones de euros; la cooperación al desarrollo es el sector que más se ha visto recortado, sobre todo si tenemos en cuenta que en 2011 el Gobierno español ya realizó un recorte del 46,7%.

Estos datos auguran el desmantelamiento de la cooperación al desarrollo española la cual llevaba tres décadas consolidándose. Esta realidad es catastrófica para una política pública que aún no cuenta con la suficiente fuerza comparada con otros sectores. De hecho, los datos del CAD confirman nuestras peores previsiones. Con un 0,15% de la Renta Nacional Bruta destinada a Ayuda Oficial al Desarrollo podemos hablar de desmantelamiento real de la cooperación.

Referencias:

ALONSO, J.A., 2003. “Coherencia de políticas y ayuda al desarrollo: el caso español”, en ALONSO, J.A. y FITZGERALD, V. (ed.), Financiación del desarrollo y coherencia en las políticas de los donantes. Madrid: Catarata e Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), pp. 235-266.

CONGRESO DE LOS DIPUTADOS, 2012. PresupuestosGenerales de Estado.

COORDINADORA DE ONG PARA EL DESARROLLO ESPAÑA,  2013. Indignación ante el desmantelamiento de lapolítica de cooperación para el desarrollo.


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