lunes, 7 de julio de 2014

Agur Azkorenas ConsultorAs: Cambio de aires y nuevos proyectos

Por Angie Larenas y Nerea Azkona

Quridxs seguidorxs:

Este va a ser el último post del blog “Todo Comenzó en Santander” que comenzamos allá en noviembre de 2012 con muchísima ilusión. Durante casi dos años hemos escrito la friolera de 82 entradas y hemos recibido más de 21.000 visitas.

Como todo en la vida, las etapas se suceden y los proyectos se emprenden y se terminan y ahora mismo estamos en esa fase. Vamos a cerrar esta gran etapa en la que hemos sido libres de escribir sobre muchísimos temas en la red con sentimientos encontrados. Por un lado, con pena; y por el otro, con satisfacción de haber hecho un buen trabajo.

No es un adiós definitivo, ya que los caminos en la red son inescrutables y nunca se sabe, pero sí que vamos a dar por terminado este blog que esperamos que siga siendo objeto de búsquedas y que aclare dudas o que os saque alguna que otra sonrisilla.

Nosotras hemos puesto todo de nuestra parte para llegar a todxs vosotxos, y esperamos que así haya sido.


Muchas gracias por la fidelidad y hasta pronto.

El adiós definitivo: Nuevo giro y nos vemos en el sector servicios

Por Nerea Azkona

En 2007, mientras acababa mi licenciatura en antropología, gané un concurso en una universidad para trabajar como técnica de proyectos en dos investigaciones. Así, estuve un año realizando una investigación completa y el trabajo de campo de la otra. Aquello fue el principio de mi andadura en la universidad.

A los tres meses de acabar ambas investigaciones me coloqué en otra universidad como secretaria de un grupo de estudio e investigadora, mientras acababa el máster que me daría en el futuro acceso al doctorado.

Durante esos casi dos años pensé que había encontrado el ámbito al que quería dedicar mi vida laboral. Las condiciones eran más que precarias, pero, en aquel momento, pensaba que con los años mejorarían. De hecho, cuando una amiga mía me contaba que su marido era doctor pero que trabajaba como electricista nunca pensé que aquello pudiera pasarme a mí. Esas cosas siempre le suceden al resto de la gente que no sabe montárselo bien, porque en nuestro caso, consideras que si tragas sapos y culebras en algún momento todo tiene que ir bien.

Bien, con esta maravillosa estrategia de tragar conseguí ulcerar mi aparato digestivo y que los niveles de angustia y estrés devastaran mi sistema nervioso. Parecía que la que no se lo sabía montar era yo: sin contrato(s), sin derechos laborales y no siendo bien tratada en muchísimas ocasiones.

Pero aún no quería darme cuenta, a pesar de que otra amiga mía tomo una decisión que no entendí en su día pero que ahora admiro: ella trabajaba conmigo y obtuvo matrícula de honor en su tesina, hecho que le beneficiaba del primer año de doctorado gratis (lo cual, dependiendo de la universidad, equivale a muchos cientos de euros…). Pues ella decidió dejarlo todo e irse de allí, a pesar de que podía seguir cobrando y de que el próximo año no tendría que pagar nada.

A mí me concedieron dos becas para realizar la tesis. Rechacé una y con la otra he vivido cuatro años. Me cambié de universidad, recuperé mi salud (más o menos) y acabe mi tesis. Defendí y a los 24 días me fui al paro.

Y aunque he trabajado de manera ininterrumpida más de 7 años en la universidad, he disfrutado de 8 meses de paro y de ninguna alternativa.

Durante este tiempo he estudiado idiomas y he probado suerte en puestos de trabajo de la administración y del tercer sector. He ido a 5 entrevistas pero no he conseguido ningún trabajo (en casi todas me recordaron que mi sector era el académico…). Además, he escrito artículos, ponencias y he dado alguna que otra clase magistral. Y todo esto gratis, claro.

Bien, pues a día de hoy puedo decir que mi amor al arte se ha terminado. No pretendo ser académica a cualquier precio ni tampoco a ninguno. Como aspiro a un puesto de trabajo con contrato, he tenido que tomar una decisión: desvincularme totalmente del mundo de la investigación, de la academia y demás actividades relacionadas; véase: realización de ponencias, artículos, post, tuits… o lo que surja.

¿Mi futuro? Aprender otro oficio trabajando en una empresa, un bar, una frutería, un supermercado o un taller. Aquí, lo que surja también.


Cerramos etapa y a buscarse las habas de otra manera.

domingo, 15 de junio de 2014

Una antropóloga estudiando idiomas y su rol de “perro de presa”

Por Nerea Azkona

Cuando estudiamos un idioma estamos obligados a participar en el mismo espacio y tiempo con un grupo de personas con las que, en muchas ocasiones, no tenemos nada en común. Pero no sólo compartimos tiempo y espacio, también conversaciones y por supuesto opiniones, sugerencias, posibles soluciones e ideas (muchas de ellas de bombero, pero eso es otro tema).

Hoy he mirado el informe de las horas que he ido a lo largo de mi vida a algún euskaltegi (tipo de academia en la que se estudia euskera). Sin duda, son más de las que he invertido para pensar, hacer, escribir y corregir mi tesis. Y las que me quedan… Pero hoy el tema no es ese (aunque bien daría para un post o para una terapia psicoanalítica buscando las neurosis relacionadas con dicha práctica…).

Queda sólo una semana para examinarnos. Con este grupo en concreto llevo desde octubre más de cuatro horas al día juntos. Es decir, durante este último año mis compañeros y compañeras han sido las personas con las que más he hablado de todo tipo de temas, incluidos algunos de los que nunca se me habría ocurrido hablar con nadie de manera natural.

Pero, ¿qué sucede cuando una nos relacionamos una media de cuatro horas al día un grupo de personas con todo tipo de perfil personal y laboral?

No sólo me estoy refiriendo a la experiencia de este último año. Desde 2002 he coincidido con muchísimas personas. Con algunas he hecho amistad (y muy buena) y con otras he discutido a muerte en conversaciones tremendamente frustrantes, ya que hacerme entender en un idioma que no domino es una de las peores sensaciones que he vivido en cualquier tipo de academia.

Cuando estudiamos un idioma hay que trabajar la competencia oral y escrita, además de la gramática y el vocabulario. Tanto en el examen de la competencia escrita como en la de la oral, a la hora de su preparación en los centros, salen a colación un montón de temas que hay que ir tratando a lo largo del curso (normalmente controvertidos para que la gente tenga algo que decir). Por ejemplo: tipos de familias, la inmigración, el papel de las mujeres en el mundo laboral y familiar, el aborto o la eutanasia.

Pues bien, no se aceptan opiniones racistas, homófobas ni machistas. Normal, ¿no? Pues sí, debería ser así, pero en mi experiencia en diversos euskaltegis a lo largo de mi vida en ocasiones me he sentido como un bicho raro que tenía opiniones raras, y lo peor de todo, me he ganado la fama de “gresquera”, extremista y loca al intentar defender opiniones cercanas a la igualdad, la interculturalidad, el respeto a cualquier inclinación sexual o el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.

¿Y por qué? Pues porque cuando oigo comentarios en voz alta en momentos dedicados a la conversación grupal tengo que oír cosas como: “los inmigrantes tienen más derechos que nosotros” o “las mujeres no están en puestos de responsabilidad porque igual no quieren ascender” o “es normal que a las mujeres se les toque el culo un sábado”, entre otras lindezas.

En muchos casos no entro al trapo, ya que es muy difícil hacer entender a una persona (en un idioma que no es el de ninguna de las dos) que sus opiniones están basadas en estereotipos, prejuicios o rumores y que en general habla a partir de topicazos que podrían ser desmontados en un momento por una persona con un mínimo de bagaje y de sensibilidad en temas sociales. Y no estoy hablando de personas dedicadas a la academia. Me refiero a personas con un mínimo de civismo.

Y claro, cada vez que algún compañero o compañera suelta alguna de estas perlitas el resto de la clase mira hacia mi rincón esperando una reacción. El problema es que en algunas ocasiones hay personas que están deseando que reaccione a dichos comentarios y me siento un poco mono de feria o perro de presa. ¡Y no me gusta mi rol!

Si dejo pasar los comentarios me da ardor de estómago y si respondo me ponen la típica cara de "ya está la tía esta con sus investigaciones y sus chorradas”, además de la frustración que produce intentar hacer ver una realidad que conozco para que me traten de iluminada.

En definitiva, no sé cuántos años de euskera me quedan en mi vida (y los de inglés, en los que pasa más de lo mismo) pero a estas alturas del cuento sé decir perfectamente la siguientes frases: “el género es una construcción social”, “eso es cultural no biológico”, “¿y los derechos humanos?”, “violencia estructural y sistémica”, “¿qué es lo normal?” y así una serie de frases, que dependiendo del tema a debatir, uso al cabo de la semana más de seis o siete veces.


Miedo me da el tema que nos pondrán en el examen oral y la reacción del o la compañera con la que me toque tener una discusión, ya que el hecho de que no sean admisibles las actitudes y comentarios acabados en “istas” no me produce ningún consuelo, porque con un “pero” y hacer una frase subordinada se soluciona.

lunes, 9 de junio de 2014

Sobre la monarquía. El peso del simbolismo o el anacronismo institucional.



Por Angie Larenas

La abdicación de Juan Carlos de Borbón, Rey de España, el pasado 2 de junio, ha generado la coyuntura perfecta para que se instaure públicamente el debate sobre el futuro de la monarquía. En efecto, desde ese día se han venido sucediendo manifestaciones que abogan por su fin. 

Básicamente, lo que piden numerosas organizaciones sociales, partidos políticos y ciudadanos y ciudadanas, es que los pueblos del Estado español puedan decidir en referéndum si desean continuar con el sistema monárquico actual o cambiar el curso de la historia e instaurar la III República. 

La monarquía es un objeto anacrónico en una sociedad democrática. Así lo veo yo. Representa lo más arcaico de la política. Además de que es injusto que en el mundo actual una persona goce de todos los privilegios solo por pertenecer a determinada familia, y que además sea venerada por ello.

Es cierto que la función del Rey es fundamentalmente simbólica porque su poder se encuentra muy limitado por la Constitución. Pero, ¿qué necesidad hay en el contexto actual de dilatar la existencia de una institución cuyo peso es puramente simbólico? O más, ¿por qué perpetuar la existencia de una institución que ha caído en el descrédito social por su falta de transparencia, escándalos de corrupción, distanciamiento de la base social, etc.?


Fuente: Viñeta de Manel Fontdevila (portada censurada de El Jueves)


Durante décadas la legitimidad del Rey ha descansado, en gran medida, en su figura como “artífice de la transición a la democracia”. Pero ¿de qué legitimidad goza Felipe VI? Su figura necesita su propia construcción legitimadora que haga olvidar un poco el desencaje social de una institución inmóvil y anacrónica, y resalte su valor simbólico. He aquí, en mi opinión, el gran desafío de la monarquía.

Por otro lado, quienes abogan por un cambio y por la alternativa republicana se enfrentan a una realidad. La potestad para decidir sobre la posibilidad del referéndum la tienen las Cortes Generales. Pero, como ya sabemos, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE) han dado su apoyo a la sucesión monárquica, y ambos partidos, por ejemplo, ocupan 266 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados, lo que hace muy difícil que salga adelante dicho referéndum. 

Esta realidad hace más necesaria la movilización popular como elemento de presión para lograr ese referéndum. 

Y les dejo aquí, con el Art. 92 de la Constitución:
  1. Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos
  2. El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados
  3. Una ley orgánica regulará las condiciones y el procedimiento de las distintas modalidades de referéndum previstas en esta Constitución.

martes, 3 de junio de 2014

Voces del baloncesto femenino en España: Ainara Ramasco y Miren Agirregoikoa (Segunda parte)

Por Tamara Lucarini
Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración (EHU/UPV)
Master en Estudios Feministas y de Género (EHU/UPV)

Por Carlos Pulleiro
Investigador pre-doctoral en Estudios Internacionales (EHU/UPV)


Situación económica del baloncesto femenino (continuación)
El sacrificio y el amor al deporte es lo que hace que las jugadoras continúen. Ainara recuerda, “el año pasado que íbamos a jugar por ejemplo a Barcelona -ir, jugar y volver en una furgoneta- era una paliza. Las americanas se sorprendían: «¿8 horas en una furgoneta, juego y luego vuelvo?» Igual alguna lo rechaza pero aquí no se ha dado”. Miren recalca que “ahora, tal y como están las cosas, las jugadoras miramos más si se nos paga a fin de mes que las condiciones de viaje o la comida -un bocata en lugar de un menú-. Lo haces, te molesta en el momento pero lo haces, preferimos cobrar a fin de mes. Pero no solo nosotras sino todo el mundo”.
Y es que no se puede obviar que la crisis ha afectado enormemente al mundo del deporte, especialmente al femenino, como muestra la desaparición del Ros Casares en 2012 (el equipo de baloncesto femenino más laureado de España, ganador de 8 de las últimas 12 ligas que disputó y que en su último año se alzó con la Euroliga). “Un equipo referencia para muchos clubs desaparece cuando ha quedado campeón de Europa. Que desaparezca un club así y que nadie haga nada para que no desaparezca...” Ainara lo compara con la situación del Bilbao Basket donde “la Diputación ha hecho todo lo posible para que no desaparezca. Sí que se ve diferencia, pero en general ha bajado todo. Hay muchos equipos que no pagan, jugadoras que se van de equipos sin haber cobrado lo que se les debe.”
Ambas recalcan que a diferencia de otros países, en España “económicamente el baloncesto femenino está muy mal. Hay jugadoras que están jugando sin cobrar”. Mientras, en Turquía o Corea del Sur las jugadoras gozan de una situación privilegiada: “Las noticias que tenemos -sobre una ex-compañera- es que le suben el desayuno, la comida, lo que quiera al apartamento. Tienen un apartamento para ellas solas, un chofer, el sueldo es 10 veces más de lo que cobraba aquí. Al final claro que se ven diferencias, mucha gente se está yendo a jugar allí”. La emigración deportiva femenina no es exclusiva del baloncesto, también sucede en el futbol o en el balonmano, por ejemplo.
No obstante, las dificultades no son las mismas para todos los equipos. Dentro de la lógica competitiva los que más destacan suelen ser aquellos que más presupuesto manejan. Así, frente a los aproximadamente 200.000 euros de presupuesto del Ibaizabal de esta temporada, el Perfumerías Avenida de Salamanca cuenta con el doble, en torno a los 400.000-500.000€ y que es solo la mitad de los 900.000€ de presupuesto de la temporada anterior. Así, la crisis está generando una igualdad económica a la baja en los equipos y a pesar de esta tendencia, las jugadoras del Perfumerías o el Rivas Ecópolis de Madrid (reciente campeón), continúan cobrando más que las jugadoras mejores pagadas de la gran mayoría de los equipos de la liga.
En estas dificultades económicas tampoco hay que perder de vista que el baloncesto es uno de los deportes que cuenta con más seguidores en el Estado, por lo que dentro de la discriminación hacia el deporte femenino el baloncesto no sale tan mal parado. En este sentido Miren recalca que “puede haber una gran espadachina, pero estoy segura de que no va a tener las mismas oportunidades, ni el tirón que vayamos a tener nosotras. En el masculino hay diferencias entre deportes, en el femenino también”.

Miren Agirregoikoa (de rojo), autor: Carlos Bernad

Responsabilidad ante la desigualdad en el deporte
El Ibaizabal femenino, que también cuenta con secciones masculinas, se establece como la punta de lanza del club y reciben un trato como tal. El equipo masculino es consciente de que están en una categoría inferior. “Es una realidad, no es que estemos en la misma categoría y se nos apoye más, es que por narices tenemos que tener más apoyo nosotras. Nos llevamos muy bien, algunos chicos vienen a entrenar con nosotras”.
En el baloncesto esta situación es excepcional, ya que solo el Sedis Basquet cuenta también con categorías de ambos sexos, y en la ACB los equipos no cuentan con secciones femeninas en sus organigramas, lo cual contribuye a distanciar aún más la liga masculina y la femenina. Como se ha expuesto recientemente en un artículo de Ana Requena[1], el Real Decreto de Federaciones Deportivas de 1991 afirma que "no podrá existir más que una liga profesional por cada modalidad deportiva y sexo en el ámbito estatal". Es decir, que se anula la posibilidad de que exista una liga profesional por cada sexo, primando las ligas masculinas y dejando en la cuneta a las femeninas, en la que las garantías para con las jugadoras son claramente inferiores.
Ante la ruptura entre el deporte femenino y masculino en todos los niveles (normativa, económica, mediática…) es necesario plantear quién ha de contribuir a remediar esta situación. En primera instancia las federaciones deportivas que deberían ser las principales interesadas e impulsoras de las medidas para favorecer la igualdad en el deporte, no se implican adecuadamente en promover el deporte femenino. Por ejemplo en el baloncesto, económicamente lo primero de todo es el aval a pagar para la federación, siendo ésta indiferente ante las deudas que puedan tener esos clubs con las propias jugadoras o las agencias de viajes.
Asimismo, el Real Decreto de 1991 que condiciona la profesionalización del deporte femenino, no tiene una contestación activa por parte de las propias federaciones. Tampoco es equiparable la promoción o difusión del deporte femenino al masculino. En Euskadi, por ejemplo, se ha podido ver cómo la sección masculina se marchaba a jugar a Argentina en 2011, mientras la selección femenina se quedaba en el Estado español tras prometerlas un viaje al exterior. Las jugadoras evidentemente protestaron y el año pasado acabaron disputando un partido en Senegal.
Pero la desigualdad en el deporte no es un asunto exclusivo de las federaciones. La capacidad de obligar a éstas a aplicar políticas deportivas de igualdad reside también en los poderes públicos y no se está viendo ninguna voluntad al respecto. Tampoco estos organismos ejercen su papel de difusión al ignorar los medios de comunicación públicos la existencia del deporte femenino, que no rompe con el “TV Sport System” del que se ha hablado en la primera parte del artículo. El manejo de los horarios y la cobertura en los noticiarios y programas deportivos públicos continúan con el arrinconamiento mediático del deporte femenino al igual que sucede en las cadenas privadas.
En definitiva, los medios de comunicación del Estado no ejercen la función de servicio público al cual están destinados. Ainara comenta al respecto: “Al final es lo de siempre ¿Cuánta gente ve un partido de baloncesto femenino y cuánta ve un partido de ACB? Mucha gente lo hace -ver baloncesto femenino- y por ello estamos aquí, pero ¿Cuándo lo dan? Es todo dinero por el que se vea más el futbol masculino ¿Cuándo lo dan? Pues un viernes o un sábado a las 8 de la tarde. Femenino, un domingo a las 12 de la mañana”.



[1] http://www.eldiario.es/economia/Jugadoras-primera-trabajadoras-segunda_0_236226540.html
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