domingo, 27 de enero de 2013

Seguridad y mundo social: superando las fronteras de lo aprendido.

Por Angie Larenas


Una de las preocupaciones fundamentales de los Estados en sus relaciones internacionales y de la comunidad internacional (representada en organismos como la ONU), ha sido y continúa siendo la seguridad.

Pero la seguridad se ha convertido en un tema especialmente polémico. Sobre todo desde el fin de la Guerra Fría, cuando se hizo evidente que la visión tradicional era insuficiente para explicar y dar respuesta a los múltiples problemas que traía consigo el nuevo orden mundial… este que comenzó cuando acabó la confrontación entre las dos superpotencias (EEUU y URSS).

La visión tradicional de la seguridad, centrada en los intereses de los Estados y de la defensa militar de sus fronteras, perdió fundamento en el mundo interconectado e interrelacionado de la década de 1990. La profundización del proceso de globalización puso en evidencia que los problemas de inseguridad son transfronterizos, regionales, globales, y que las amenazas a la vida humana y a su bienestar traspasan el umbral de los propios Estados.

Está suficientemente investigado y probado que las mayores amenazas a la seguridad de las personas provienen de elementos aparentemente tan dispares como las epidemias, la pobreza, la desigualdad, la violencia estructural, los cambios medioambientales, la pugna por los recursos, etc. Y que el alcance de las guerras ha ido menguando con el paso de estos 23 años de post-Guerra Fría (aunque no podemos perder de vista conflictos como los de República Democrática del Congo, Somalia, Israel-Palestina, etc.).

El riesgo que produce la inseguridad no habla solamente del aspecto físico: de la violencia física. Sino también de aquella violencia simbólica y estructural que participa en la producción y en la reproducción de las propias desigualdades por razones de género, de etnia, de color de la piel, de acceso al bienestar y a los recursos. Por lo tanto, la seguridad debería tratarse en un sentido amplio, pero a la vez mucho más profundo.

En el caso del Estado español una de las amenazas a la seguridad más acuciantes en la actualidad no es la amenaza de una guerra, ni siquiera la amenaza terrorista, tan de moda en el mundo globalizado desde del 11-S, sino el problema del desempleo. La existencia de casi 6 millones de personas desempleadas (según cifras oficiales de la EPA) contrasta con los 16.492,44 millones de euros dedicados por el gobierno central al gasto militar (según estadísticas del Centro de Estudios para la Paz JM Delàs).

Lo que intento puntualizar es que un tratamiento de la seguridad (con políticas efectivas) debería incidir, primero que todo, en el plano del fortalecimiento del tejido social y la comunidad. En un sentido de emancipación de las estructuras de poder que hacen que las desigualdades que vivimos día a día se nos presenten como naturales y no como parte de lo que nosotras/os hemos construido a través de la historia.

La idea es desprendernos del imaginario que reproduce una visión de la seguridad centrada en los intereses egoístas de los Estados en el plano internacional y en la defensa de esos intereses desde la perspectiva de la militarización, jerarquización y masculinización de las estructuras de poder.



Dónde encontrar más datos:

domingo, 13 de enero de 2013

Primeras pinceladas sobre la situación de las mujeres en el mundo.

Por Angie Larenas

Durante 2012 hemos escuchado numerosas noticias relacionadas con la situación de las mujeres en distintos lugares del mundo.

En América Latina se ha vivido una extensión y quizás radicalización del movimiento feminista. Lo más notable han sido las acciones a favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. En países como Chile, donde el debate público sobre la interrupción voluntaria del embarazo es prácticamente inexistente, donde el conservadurismo católico (y no católico) se defiende como la única opción válida para la gestión de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres, parece haber un salto hacia una confrontación con las estructuras de poder. Un salto tanto cualitativo como cuantitativo en función de la defensa de los derechos de las mujeres.

En India hemos estado viendo una situación similar durante el mes de diciembre. A raíz de la violación y asesinato de una mujer en Nueva Delhi, se han venido realizando múltiples concentraciones y manifestaciones que piden por mayor seguridad y por una mayor seriedad para tratar los temas relacionados con la violencia hacia las mujeres.

Por otro lado, UNICEF India señala que la vida de millones de mujeres se ha perdido por los infanticidios y por los abortos decididos al saber que el feto es mujer. Sin entrar en disquisiciones sobre el libre derecho a la interrupción del embarazo, interrumpir uno por el hecho de que el feto sea mujer indica una clara voluntad a poner fin a un embarazo por el simple hecho de que la vida de una mujer carece de valor. Una práctica que no indica la autonomía de una mujer sobre su cuerpo, sino todo lo contrario: la subyugación de su autonomía a la presión social y cultural ejercida por el patriarcado.

Vivimos en un sistema internacional jerarquizado, masculinizado y militarizado, tal y como Ken Booth lo califica en el libro “Critical Security Studies and World Politics”. Pero también es un sistema internacional globalizado, lo que pone en nuestras manos herramientas para apoyar una mayor presencia de las mujeres en el espacio público. Para denunciar las vulnerabilidades y las vulneraciones de derechos. Por ello remarco la importancia de la información que podamos tener de Chile, de India, o de cualquier región. Y de ahí que he querido comenzar este 2013 con las primeras pinceladas sobre la situación de las mujeres en el mundo.

Para profundizar:

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