Por
Nerea Azkona
Las Naciones Unidas ha promovido numerosos
proyectos, planes y acuerdos para mejorar la situación de pobreza extrema (menos
de un dólar al día) que arrastra a más de 1.000 millones de personas. Un
ejemplo son los Objetivos de Desarrollo
del Milenio, resultado de la reunión que convocaba a los representantes de
los Estados miembros de las Naciones Unidas en Nueva York en septiembre de
2000, que se llamó La Cumbre del Milenio y en la que se redactó la Declaración del Milenio.
La política comunitaria de cooperación para el desarrollo descrita en
el Tratado de Lisboa se caracteriza por las llamadas tres “c”: complementariedad,
ya que nos estamos refiriendo a un ámbito competencial compartido; coordinación, porque es una política
trasversal que se supone que hay que tener en cuenta a la hora de aplicar otras
políticas que puedan afectar a los países en desarrollo; y coherencia, entre los tres
niveles de las administraciones: la política de la Unión y la de los Estados
miembros deben estar en consonancia con lo acordado en Naciones Unidas.
El Tratado afirma
explícitamente que la reducción y la
erradicación de la pobreza son el objetivo principal de la política de la
Unión en el ámbito de la cooperación para el desarrollo, y por ello la UE debe
tenerlo en cuenta al aplicar las políticas que puedan afectar a los países en
desarrollo. Esto requiere que dicha política posea entidad propia y no
constituya un mero complemento de la Política Exterior y de Seguridad Común.
La cooperación para el
desarrollo y la ayuda humanitaria son competencias
compartidas paralelas, es decir la UE aplica una política propia y los
Estados miembros pueden hacer lo mismo, evitándose así que la actuación de la
UE sea un mero complemento de las políticas estatales.
El 20 de diciembre de
2005 los Presidentes de la Comisión, del Parlamento y del Consejo Europeos
firmaron una Declaración de política de cooperación al desarrollo titulada Consenso Europeo sobre Desarrollo. No tiene valor
jurídico vinculante pero la amplia coincidencia alcanzada le da fuerza
política.
En él se define, como
se apuntó en el Tratado de Lisboa, el marco de principios comunes en el que la
UE y sus Estados aplicarán sus respectivas políticas de desarrollo con un
espíritu de complementariedad:
- Principio de eficacia de la ayuda.
- Coordinación con los Estados miembros y los actores internacionales.
- Coherencia de las políticas europeas con los objetivos del desarrollo.
Tiene el propósito de
reformular las políticas de desarrollo de la UE para contribuir a erradicar la
pobreza y construir un mundo más justo y pacífico. La Unión se implica de modo
particular en la consecución de los ODM de las Naciones Unidas.
El Consenso Europeo sobre Desarrollo es una declaración que consta de
dos partes.
La primera es la visión
de la UE del desarrollo en la que se define los objetivos y principios comunes para la cooperación al desarrollo en las
acciones de la UE y de los Estados miembros, que son: la asunción de las
estrategias y la asociación; el diálogo político; la participación de la
sociedad civil; la igualdad entre hombres y mujeres; y el compromiso constante
para prevenir la fragilidad de los Estados (incluye el compromiso de aumentar
el volumen y la calidad de la ayuda hasta el 0,7% del PIB comunitario hasta
2015).
La segunda parte está
relacionada con la política de
desarrollo de la UE y es donde se fija la forma de ejecutar la visión antes mencionada. Entre las actividades se
destacan los siguientes ámbitos recalcados por las Naciones Unidas: el
desarrollo humano; la democracia; y los derechos humanos.
Podemos decir que, en la dimensión discursiva, los Objetivos
de Desarrollo del Milenio (ODM) son los pilares del nuevo paradigma occidental
de cooperación al desarrollo.
Esto es, dentro de las
políticas de desarrollo en las dimensiones que hacen referencia a los discursos
encontramos que las Naciones Unidas (Declaración del Milenio, ODM), la UE
(Consenso Europeo del Desarrollo) mantienen una línea coherente en sus documentos.
La UE se “alinea” con
estos principios. Sin embargo, ¿qué
sucede en la implementación de las políticas de cooperación y con sus
instrumentos de financiación? Pues que se olvidan de estos pilares y priman
los acuerdos económicos y migratorios entre partes desequilibradas.
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