Por Angie Larenas
Hace algún tiempo me vengo preguntando sobre la existencia o
no de un movimiento feminista en Cuba. Algunas evidencias he encontrado sobre
agrupaciones de mujeres que actualmente trabajan de manera independiente y
algunas tesis tengo sobre el tema. Pero para comprender esta realidad y la(s)
situación(es) de las mujeres en el país, hay que ir un poco más atrás.
Es de sobra conocido que la revolución de 1959 significó un
punto de ruptura en la historia cubana. Antes del triunfo revolucionario
existía un movimiento feminista, cuya evidencia está recopilada en
investigaciones de historiadores e historiadoras que se han dedicado a seguir
las huellas de la lucha por la resistencia y la liberación de las mujeres en
Cuba (ver: http://feminismocuba.blogspot.com.es/).
De hecho, hace pocos días, el 1 de abril, se conmemoraba el 90 aniversario del
Primer Congreso Nacional de Mujeres de Cuba. Uno de los temas principales del
Congreso, como era de esperar en 1923, era el del sufragio femenino.
Considero que el movimiento de mujeres, del que formó parte
ese Primer Congreso, se convirtió en la base social para los cambios tan
profundos que traería el impuso revolucionario de 1959 en relación con las
mujeres. Temas relacionados con la incorporación de las mujeres al mercado
laboral, la familia, la igualdad de derechos, etc., fueron incorporados a los
cambios revolucionarios que se sucedieron en Cuba en la década de 1960. Sin
embargo, fue la misma revolución, con su amplitud y profundidad, la que
sentenciaría al movimiento feminista cubano.
Me explico. Con el triunfo de la revolución se produjo un
proceso de reinstitucionalización de las organizaciones de la sociedad civil,
el que desembocaría en un partido político único, una organización universitaria
única, una organización de jóvenes única… y una organización de mujeres única:
la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), fundada en 1960. Se suponía que cualquier
demanda femenina, feminista, de mujeres, debía ser canalizada a través de las
instancias oficiales de la FMC. Como dato decir que la FMC estuvo dirigida por la
misma persona, Vilma Espín, desde su fundación y hasta la muerte de esta en
2007.
La FMC pudo ser muy revolucionaria en sus inicios, como lo
fue también la revolución antes de convertirse en La Revolución Cubana. Pero
con el paso del tiempo, la falta de cambios, la rigidez institucional, la
implantación del pensamiento único, la FMC se convirtió en una organización
tradicional y conservadora.
Y más allá de la FMC, la propia institucionalización de los
cambios sociales ha fracasado al no revertir la situación de desventaja social
de las mujeres en Cuba a 54 años de la revolución. Porque los cambios fueron,
sobre todo, de organización, pero no de mentalidad. Por poner solo un ejemplo,
la incorporación de las mujeres al mercado laboral tuvo muchos significados
positivos, pero no significó la incorporación de los hombres al trabajo
reproductivo, que continuó y continúa en manos de las mujeres.
Antes de la crisis de principios de la década de 1990 Cuba
contaba con una red de escuelas infantiles y de centros para personas adultas
que matizaba esta realidad. Pero la crisis puso en evidencia una problemática
que no había desaparecido y que se agudiza por el proceso de envejecimiento
poblacional. El tema del trabajo reproductivo continúa sin apreciarse en su
justa medida más que por los y las especialistas que se implican en su
denuncia.
Algo similar ocurre con la violencia hacia las mujeres.
Siempre recuerdo un dicho muy común en Cuba: “entre marido y mujer, nadie se
puede meter”… La cultura del silencio impera. También en materia de violencia
machista.
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