Por Nerea Azkona
A pesar del título de la entrada de
esta semana, estas letras pertenecen a la Serie Cosas del Gremio del blog, la cual está destinada a temas relacionados con la investigación.
A lo largo de mi vida varias personas
me han intentado explicar con teorías muy distintas (lógicas e irracionales) la
relación que existe entre el tocino y la velocidad. Bien. De la misma manera me
gustaría explicar el vínculo (el cual veo claro
clarísimo) que existe entre las escamas de dragón, los cuernos de unicornio y la vida laboral del personal investigador (tanto de los
trabajadores remunerados como de los que estamos en el paro sin parar de
producir ponencias, artículos, conferencias y seminarios sin retribución
económica. Algo así como: “todo sea por el curriculum”).
Hace algunas semanas ojeé en varios
periódicos dos
noticias. ¿Cómo diría yo?,
las definiré como impactantes.
La primera la leí un jueves y decía
que Patxi López (ex lehendakari del
Gobierno vasco) había sido invitado a dar una clase en una universidad. Ahí se
me encendió el piloto, ese que te dice que no sigas leyendo y te quedes en el titular,
porque si no vas a tener que bajar a un bar a por un cubata de ron para pasar
lo que queda de día. Aún así, leí la noticia. Bueno. Era sólo una clase y fue sin
cobrar. En fin. El hombre no tiene estudios universitarios, pero bueno: no hay
contrato, no hay alarma.
Sin embargo, el día siguiente leí en
los mismos periódicos que habían contratado a El Juli, torero español, en
varias universidades para dar dos asignaturas: una de cultura taurina; y otra
de técnicas de motivación para el alumnado. Me quedé anonadada.
La verdad es que esta noticia ha traído
cola y muchas personas han escrito cartas, entradas y twits sobre el tema. Yo no quiero cargar ni contra El Juli ni
contra sus contratadores. Al final, me da igual. Lo que quiero visibilizar es el número y la
especificidad de los requisitos que se nos exigen al resto de las personas para
acceder a un trabajo en una universidad tanto de docente como de investigador.
Enumero unos pocos. Más o menos los
que coinciden con casi todas las áreas y temáticas: nivel de estudios de doctorado, nivel de inglés de proficiency, en el País Vasco nivel de euskera de EGA, ponencias en congresos
nacionales e internacionales (pagados de tu bolsillo, obvio), artículos publicados en
revistas indexadas (mejor en inglés, claro), libros, capítulos de libros, experiencia docente demostrable (que claro, muchas veces hemos dado
clases de estraperlo y no tenemos certificado que lo demuestre), experiencia
investigadora en proyectos
europeos e internacionales (¿hola?), estar acreditado por una agencia de calidad y un postdoctorado en un país
anglosajón (:O).
Vamos a ver. No sólo apenas hay ofertas de empleo en este ámbito,
sino que cuando sale una piden un perfil para una persona que lleve trabajando en él al menos
15 años.
Pero claro, si eres un político o un
torero pues todo resulta más fácil, ¿no? Tenemos una “diáspora investigadora”
grandísima, por no llamarlo exilio de cerebros, y el grado de desesperanza dentro del gremio es
desolador. Este tipo de noticias no hacen más que ratificar el hecho de que la
huída a otro país es la única alternativa posible si queremos continuar con
nuestras carreras, la cuales han sido truncadas antes de empezarlas. Yo, por
ejemplo, me fui al paro el mismo mes que defendí mi tesis. Super lógico, vamos.
En mi caso, para cubrir todos los requisitos que se me exigen
para acceder a uno de estos puestos tendría que invertir al menos dos años de
mi vida en trabajar gratis publicando y yendo a congresos, además de sacándome
títulos de idiomas. El tema de la experiencia docente o con proyectos europeos ya
es otro cantar.
Pero, ¿quién puede hacer esto:
dedicar dos años a mejorar el curriculum
sin empleo? Los investigadores necesitamos también pagar las hipotecas y los
alquileres y hay pocas posibilidades de reinventarnos en algún otro sector (puestos
de trabajo técnicos o especializados) que no sean puestos de trabajo no cualificados. De este modo, todo
el dinero que han invertido las Administraciones en nuestra formación se pierde
por las cañerías del sistema, obstruidas de materia gris desperdiciada.
Creo que es más fácil que me entrene
para convertirme en elfa guerrera de la Tierra Media (lo de torera no me va
nada) a que me siga presentando a puestos con requisitos inalcanzables para jóvenes investigadores sin recursos.
* Gracias a Arantza por la
idea del título.
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