Por Nerea Azkona
No era
la primera vez que iba al Servicio Vasco
de Empleo (Lanbide), pero para las funcionarias que me atendieron sí que
fue la primera vez que veían a una investigadora en vivo y en directo.
Tenía
hora a las 10 y media de la mañana para pedir la prestación por desempleo y
quería aprovechar el día y llevar mi curriculum
junto con todos los títulos y certificados, para poder completarlo en su base de datos y que de esa manera
pudieran llamarme de algún trabajo.
La
primera duda fue: ¿Dónde llevo todo lo que acredita lo que he hecho a lo largo
de mi vida laboral? Siete años trabajando en la universidad da para mucho papel
(creo que podría reconstruir un alcornoque con todos los títulos, titulillos y
titulotes que llevan mi nombre): los títulos, las certificaciones de
participación en proyectos de investigación y las ponencias en congresos, las
publicaciones, expedientes, contratos de trabajo, cursos y cursillos varios, y
más que ni yo misma sabía que tenía.
Llego y
le pregunto a la funcionaria que me atiende si cree que nos dará tiempo en dos
horas, ya que no podía llegar tarde a la otra cita. Me miró con cara de “¿Pero
tú qué te piensas que vamos a hacer?”. Bien, me sobró un minuto, y porque de la
mitad de las cosas que llevaba no se dejó constancia en el ordenador.
¿Por
qué? ¿Cuál es el tema? Como todo está informatizado
de tal manera que las categorías que
existen son fijas, casi todo lo que
soy no está catalogado por Lanbide (ni por el Instituto Nacional de Empleo (INEM)).
Un ejemplo:
- ¿Qué eres?
- ¿Lo
que he estudiado o de lo que he trabajado?
- Lo
segundo.
- Ok.
Soy investigadora.
-
Mmmmm,… a ver… dónde está,… no sé,… ¿De qué tipo de investigación estamos
hablando?
-
Investigadora social especializada en migraciones.
- Bien,
porque el tema de los huesos no está registrado, ¿vale?
(Mi cara empieza a ser un poema y la
funcionaria empieza a pelearse con el teclado del PC)
- Yo
trabajo con vivos, de momento… trabajaba en la universidad haciendo estudios sociológicos…
- ¡Ah,
mira! ¡Aquí está la categoría de
investigador!
-
¡Bien! (Alivio)
- Espera,
espera, espera… no eres detective privado,
¿verdad?
- Ehhhh…
¡Pues no! Ni huesos, ni cazatesoros, ni
investigadora de cuernos…
- Pues
no voy a poder ponerlo… ¿cómo quieres
que te defina?
- Pues,
soy antropóloga y doctora en estudios internacionales,
pero claro, el ordenador no va a tener ni idea ni de una ni de la otra… ¡no sé
qué decirte!
- ¿Profesora de instituto?
- Pues
tengo el CAP pero nunca he dado
clases en un instituto.
- ¿Maestra?
- ¡Eso
sí que no! Yo no tengo hecho magisterio, si quieres busca educadora social,
como mucho…
- Pues…
¡Espera! ¡Existe la categoría de
sociólogo!
- En
fin… todo sea por no dejarlo en blanco… pero, claro, yo no tengo la carrera de
Sociología, ¿eh?
Bien.
Una vez superada mi definición laboral (diez años de mi vida resumidos en
“sociólogo” en masculino singular) vienen los títulos, contratos y demás cosillas.
No había, por supuestísimo, cabida para nada. La muchacha me miraba como si le
estuviera hablando en chino y me propone no meter nada de lo que había llevado
y poner en “otros” los links a mi perfil en las redes sociales de academia.edu
y a LinkedIn. Muy profesional… Kilos de papel trasladado para nada.
Y al
final tuve que elegir cinco profesiones
con sus etiquetas fijas de las que me gustaría recibir ofertas de empleo:
antropóloga (no existe), investigadora social (no existe), especialista en
migraciones o en cualquier cosa por el estilo (no existe), ¿politóloga? (¡no
existe! ¡Qué sorpresa!). Me quedo con socióloga y con educadora social, de lo
que ejercí con un contrato en prácticas cuando acabé la diplomatura. ¿Y las
otras tres? Pues profesora de instituto (ya que la mujer me insistió desde que
me senté en la silla que ese era mi futuro) y un largo cri cri cri.
Obviamente,
después de cinco meses no me han llamado de ningún sitio; gracias al CV que me
hicieron en la oficina de empleo tampoco me extraña. Y digo yo: viendo un poco
cómo está el percal en lo que se refiere a la investigación en este país… ¿A
nadie se le ha ocurrido que se podría hacer una bolsa de expertos con variables e indicadores (semi)abiertos?
Porque claro, Lanbide estará lleno de ¡¡¡sociólogos!!! Ya que no existe ninguna
otra categoría para ciencias sociales “hermanas”. Eso sí, no sé qué tanto por ciento
de “Monk”s (detective de una serie americana con TOC que ayuda a la policía a
resolver casos) habrá por ahí viviendo como detectives privados, ¡ellos sí que
tienen su casilla!
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